Rotundo éxito del sábado festivo convocado por los sindicatos libres polacos
, A primeras horas de la noche de ayer el Gobierno polaco no había reaccionado aún ante la incomparecencia generalizada de los trabajadores en los grandes centros de producción del país. Esto no excluye, se suponía en Varsovia, que la reacción oficial vaya a ser inmediata en cumplimiento de las advertencias del propio Gobierno contra aquellos que, siguiendo las directrices del sindicato Solidaridad, optasen por aplicar unilateralmente el «descanso sabático» de ahora en adelante.
Pero esta reacción se supone sería muy leve si Solidaridad aceptase detraer el problema surgido en torno a la implantación de la semana de cinco días y concentrarse en la discusión del nuevo plan económico del Gobierno dado a conocer ayer mismo.
Este plan, a cuya discusión pública ha invitado el propio Gobierno, abre paso a la autonomía de los centros de producción hasta un nivel cercano de la autogestión.
A pesar de la iniciativa que los comités de empresa alcanzarán, si el plan es aceptado, en la administración de los centros productivos, e incluso en la planificación de la producción, la reivindicación de la semana de cinco días y proyecto de autonomía de las empresas rozan «peligrosamente» el sistema de planes quinquenalesque desde ahora no podrán ser ya en Polonia esquemas rígidos de planificación, y ello en plena crisis económica de este país y en un año en el que el Este de Europa pone en marcha un nuevo período planificado.
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Millones de trabajadores polacos no trabajaron ayer siguiendo el llamamiento del sindicato libre Solidaridad
Viene de primera páginaEl llamamiento del sindicato libre polaco Solidaridad al absentismo laboral durante toda la jornada de ayer, sábado, declarado laborable por las autoridades, fue seguida mayoritariamente en todo el país, y se calcula que más de once millones de trabajadores, de cerca de una población activa de trece, no acudieron a sus puestos de trabajo. Concluida la tregua de las últimas semanas entre autoridades y sindicatos independientes, la jornada de ayer representó, de hecho, un llamamiento de huelga y una constatación de la creciente fuerza social de la organización laboral dirigida por Lech Walesa.
Todas las grandes industrias del país quedaron paralizadas y la actividad laboral en todo el litoral báltico, Gdansk, Gdynia y Szczecin fue nula. La «huelga» se siguió también en Varsovia, donde la factoría de automóviles FSO (fábrica de los modelos Fiat) cerró completamente, y la gran planta siderúrgica de Hutta Warszawa, de 14.000 obreros, trabajó tan sólo al 20%.
En Wroclaw, una de las capitales industriales de Silesia, todas las fábricas permanecieron cerradas, afirmó un portavoz de Solidaridad. En esta ciudad y en la capital, los transportes públicos redujeron su servicio como si se tratase de un día festivo.
De igual manera, en Lodz, capital de la industria textil polaca, todas las fábricas permanecieron cerradas, si bien pequeñas empresas de otros ramos trabajaron con normalidad.
El sindicato Solidaridad informó que «todos los centros industriales de Gdansk cerraron, y tan sólo trabajaron normalmente las oficinas, tiendas de comestibles y farmacias».
La jornada en todo el país fue de calma y tranquilidad absoluta, sin que se produjeran incidentes ni manifestaciones de ningún tipo. La dirección de algunas importantes empresas, en previsión del auge del paro, decidió aceptar ayer como sábado libre, pero será compensado el día 31 como laborable, según las directrices del Gobierno, que fija solamente dos sábados al mes como festivos.
A partir de estos momentos queda por saber si las autoridades cumplirán su advertencia de represaliar a todos aquellos trabajadores que no se presentaron a su puesto de trabajo con la pérdida de un día de salario.
El sindicato Mazowsze, rama varsoviana de Solidaridad, difundió ayer un comunicado informando que reaccionaría contra cualquier medida gubernamental contra los obreros y miembros de su sindicato.
La «tregua de Navidad» entre Solidaridad y el Gobierno ha concluido ciertamente, pero ninguna de las dos partes parece ahora decidida a un choque frontal. En la filial de Solidaridad de la calle del Hospital, en Varsovia, se extremó la cautela al facilitar cifras de «incomparecientes» al trabajo en la jornada de ayer: desde luego faltaron varios millones, pero por debajo de los doce millones de afiliados. «No se trata de una huelga», se insistió, «sino de recordar al Gobierno los compromisos contraídos. Es, en realidad, un movimiento espontáneo».
Por otra parte, la dirección del sindicato, dividida sobre la oportunidad actual de este «movimiento espontáneo», parece dispuesta a no engordar el efecto de la jornada de ayer. Las oficinas de Solidaridad cerraron en su mayor parte anticipadamente para dar paso a un largo fin de semana. En las calles de Varsovia la normalidad fue absoluta: los servicios públicos funcionaron sin excepción y sólo en el cinturón industrial, al igual que en las ciudades portuarias, se hizo notar el absentismo. En Silesia, turnos de mineros no acudieron a los pozos en virtud del acuerdo establecido ya con el Gobierno como alivio de la dureza de su trabajo.La jornada de absentismo laboral estuvo marcada, desde el ángulo oficial, por dos discursos, reproducidos por Ia Prensa, del ministro de Trabajo, Janusz Obodowski, y del influyente secretario del partido comunista polaco (POUP) y de su Buró Político, Stefan Olzowski.
El ministro explicó en la noche del viernes por la televisión que las autoridades «están a favor de la reducción de las horas de trabajo, a lo largo de este año (dos sábados libres al mes) y establecer programas apropiados para los años siguientes».
Obodowski insistió que tales reformas deben emprenderse «sin que la economía y la vida nacional se resientan».
Por su parte, Olzowski, igualmente a través de la televisión lanzó un duro ataque contra Solidaridad y su rama de Varsovia, Mazowsze, a quien acusó de intimidar a los cuadros dirigentes y querer desestabilizar el Estado y la economía.
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