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Solidaridad adopta unilateramente la semana de cinco días, a pesar de la oposición de las autoridades polacas

La semana de cinco días acaba de estrenarse en Polonia, pese a la oposición del Gobierno, partidario tan sólo de dos sábados libres al mes, a no ser que las horas perdidas el sábado se recuperen, en parte, ampliando la jornada de ocho horas en media hora durante los otros cinco días laborables.

La comisión nacional del sindicato independiente Solidaridad (que agrupa a unos doce millones de trabajadores) adoptó ayer tarde una resolución reafirmando se en la obligatoriedad de la semana de cinco días, al tiempo que expresó su «apoyo» a los empleados que mañana, sábado, no se presenten al trabajo.La decisión del sindicato ha provocado un nuevo y gravísimo conflicto con el Gobierno y el partido comunista. Ya en los acuerdos firmados por los comités de huelga en el verano pasado se preveía que, en 1981, se establecería la semana de cinco días, pero las autoridades polacas estiman que la economía no resistiría la introducción inmediata de este horario.

El viceprimer ministro, Mieczyslaw Jaglelski, en declaraciones televisadas, consideró que la jornada de cinco días no debería entrar en vigor hasta, por lo menos, 1985. Según el político, la súbita introducción de los sábados libres causaría un descenso considerable en el aprovisionamiento alimenticio, en la producción de maquinaria y artículos de consumo, así como de otros bienes importantes, como el papel, pienso para animales y muebles.

Aumento del tiempo libre

Jagielski, uno de los firmantes de los acuerdos de Gdansk, explicó que él actuó entonces bajo el convencimiento de que el incremento del tiempo libre es un punto esencial en el programa de un Estado socialista, pero recalcó la necesidad de que el horario exigido por los trabajadores se introduzca paulatinamente.

El miércoles, en su primera reunión en Gdansk, la comisión nacional de Solidaridad había dejado una puerta abierta al compromiso, al afirmar que el principio de la semana de cinco días sólo podría verse alterado en la medida en que el Gobierno presentara nuevas propuestas sobre la base de argumentos convincentes.

La resolución de ayer, sin cerrarse definitivamente al diálogo, da luz verde abiertamente para que esta semana sea la primera de cinco días en la historia laboral de Polonia.

La comisión nacional de Solidaridad, a la que asisten medio centenar de delegados, debe, por otra parte, definir el camino a seguir sobre otro tema altamente espinoso: el reparto del importante patrimonio heredado de los viejos sindicatos oficiales (CRZZ), disueltos el 31 de diciembre de 1980.

La impaciencia de los nuevos sindicatos, deseosos de hacer valer su derecho a la sucesión, se ha traducido de forma un tanto espectacular en la toma de la sede de Rzeszov, en el sureste del país, en la que se encuentran encerrados unos seiscientos trabajadores. Asimismo, otro grupo de obreros mantiene ocupado un edificio administrativo en Ustrzyki Dolne desde el 29 de diciembre, a fin de presionar al Gobierno para que investigue las acusaciones de corrupción contra políticos locales.

Situación peligrosa

Entre tanto, el dirigente máximo de Solidaridad, Lech Walesa, redobla sus esfuerzos para mantener bajo control a todas las secciones ,del sindicato, insistiendo en que la situación continúa siendo «muy seria y peligrosa» en Polonia.

El presidente del Consejo de Estado, Henryk Jablonski, cree que la «estabilidad de Polonia» es una de las condiciones indispensables para que «se estabilice la distensión en Europa». En un discurso pronunciado ante el cuerpo diplomático, y del que ayer se hacía amplio eco la Prensa, Jablonski tuvo una especial referencia a sus vecinos socialistas.

«Concedemos un valor muy particular al hecho de que la Unión Soviética y los demás países socialistas hayan expresado su convicción de que Polonia vencerá los obstáculos (que se encuentra en el camino de su desarrollo socialista) y que puede contar con la ayuda de sus amigos socialistas», afirmó el presidente del Consejo de Estado polaco.

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