_
_
_
_
Siria, una "normalización" política inacabada / 1

Los Hermanos Musulmanes, una secta temida y temible

Jum'iyat Al ljwan al Muslimi, o la Asociación de los Hermanos Musulmanes, secta fundamentalista musulmana suní que cataliza la oposición al régimen baasista sirio del presidente Hafez el Assad, fue fundada en 1926 en El Cairo por el «guía supremo», Hassan al Báruia.Tras extenderse rápidamente por todo el mundo árabe, la secta, que contó pronto con una rama armada, desempeñó un papel importante en la lucha contra el colonialismo, especialmente en Egipto, donde su líder, Hassan al Banna, fue muerto en 1949 por agentes del rey Faruk.

Pero, como treinta años más tarde lo harían los seguidores del ayatollah Jomeini, los Hermanos Musulmanes, una vez adquirida la independencia, quisieron proseguir su lucha contra todos los imperialismos e influencias extranjeras, del Este y del Oeste, hasta implantar un Estado islámico en el que lo religioso y lo civil, hoy en día separados, formarían un todo indivisible.

Más información
El régimen se ha afianzado en el poder diezmando a la oposición

Por eso todos los regímenes árabes con tendencias laicas no dudaron en reprimirlos empezando por Nasser, en Egipto, a mediados de los años cincuenta, hasta el propio Gobierno baasista sirio, que prohibió formalmente a la Confraternidad de los Hermanos Musulmanes en 1963, seguido poco después por Irak.

Otros regímenes más tradicionalistas, como el jordano, el sudanés, el marroquí y, sobre todo, el saudí, han tolerado sus actividades para poder justificar, con la supuesta influencia de los Hermanos Musulmanes, la no realización de determinadas reformas.

El asalto, en noviembre de 1979, de la Gran Mezquita de La Meca condujo, sin embargo, a Arabia Saudí, principal baluarte de la Confraternidad, a revisar su actitud de cara a los Hermanos Musulmanes. La lectura de los textos, publicados en Kuwait, por Juhayman al Otaibi, líder de los «rebeldes» que se apoderaron del templo más sagrado del Islam, puso, en efecto, de relieve algunas afinidades teológicas con los Hermanos Musulmanes.

Entrevistado por la revista árabe publicada en París Arab Report and Memo, eI Iíder de la rama siria de la Confraternidad, Issa al Attar, exiliado en la ciudad alemana de Aquisgrán desde hace quince años, afirmó que el objetivo de sus «hermanos» era «el derrocamiento de todos los regímenes civiles o militares existentes en el mundo islámico, excepto el iraní». A lo largo de 1980, los Hermanos Musulmanes pusieron, sin embargo, especial hincapié en acabar con el baasismo sirio de Hafez el Assad.

Los muyahidines, es decir, el brazo armado de la Confraternidad, organizado en células clandestinas con escasas vinculaciones entre ellas, inició sus acciones violentas a finales de 1976, poco después de que la intervención militar siria en Líbano salvase a las milicias cristianas de ser aplastadas por las fuerzas palestinas y musulmanas en general.

Desde entonces, sus actividades guerrilleras han ido en aumento, hasta provocar, en junio de 1979, la matanza de los cincuenta alumnos-oficiales de la Academia Militar de Aleppo y, en la primavera de este año, la sublevación de las ciudades de Aleppio, Hama y Homs.

Su integrismo islámico no les ha impedido entrar en contacto con la oposición de izquierdas, si bien ésta desconfía de la Confraternidad, a la que considera «ideológicamente absolutista y mal dirigida, por haberse enfrentado en luchas armadas estériles con las fuerzas de seguridad del Estado, en vez de atacar eficazmente la cúpula del régimen», según nos declaró una alta fuente de la oposición laica. Sólo sobre la base de algunas reivindicaciones económicas podrían llegar a alguna unidad de acción.

Aparte de su marcado sentimiento antisionista, de su desprecio por los cristianos y musulmanes alauíes y de su rechazo de la lucha de clases, se sabe poco sobre lo que podría ser el programa político de la Confraternidad. El Frente Islámico de Siria, que, en cierto modo, constituye su representación política, tras acusar en sus octavillas al régimen baasista de favorecer «la hegemonía de una sola secta», «ahogar las libertades públicas y privadas», «atacar las ideologías de la nación, empezando por las instituciones islámicas y las fundaciones religiosas», «traicionar (en Líbano) la causa palestina» y «difundir los sobornos y la corrupción», preconiza la implantación «del Gobierno de Dios en la Tierra ( ... ) basado en el Islam, que garantiza las libertades públicas y privadas a los ciudadanos, a pesar de sus diferentes creencias e ideologías».

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_