La policía vasca
LA BUENA noticia de que el Poder Ejecutivo y el Gobierno de Vitoria han llegado a un acuerdo a fin de poner en marcha la policía autónoma vasca se produce a la vez que el anuncio de la estrategia acordada anteayer por el Consejo de Ministros para reconducir el confuso, contradictorio y complejo proceso autonómico en una dirección que se pretende nueva, pero cuyo rumbo tampoco en esta ocasión termina de ser claro.El forcejeo entre el palacio de la Moncloa y el palacio de Ajuria Enea, alimentado de suspicacias y recelos casi enfermizos, sobre la Junta de Seguridad y la policía autónoma vasca parece haber concluido en un entendimiento. Es probable que los buenos oficios de Marcelino Oreja, delegado del Gobierno en la comunidad autónoma de Euskadi, hayan contribuido a disipar desconfianzas y temores entre las dos partes y que el viaje del presidente Suárez a las tres capitales vascas haya servido también para crear el clima de distensión necesario para alcanzar el acuerdo.
El real decreto que restablece los antiguos cuerpos de miñones y miqueletes de Vizcaya y Guipúzcoa y reorganiza a los miñones de Alava crea, en realidad, el núcleo inicial de la policía autónoma vasca, a la que el Estatuto de Guernica asigna «la protección de las personas y bienes y el mantenimiento del orden público dentro del territorio autónomo», con independencia de los «servicios policiales de carácter extracomunitario y supracomunitario», que quedan reservados a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
Si bien las antiguas policías forales, suprimidas en Vizcaya y Guipúzcoa tras la guerra civil, dependerán formalmente de las respectivas diputaciones, en homenaje a una vieja tradición, esos cuerpos, reinstaurados y modernizados obedecerán, en última instancia, al Gobierno vasco. El decreto atribuye así. al Gobierno de Vitoria tanto las facultades que correspondían al Ministerio del Interior en relación con los miñones y miqueletes como la dirección, coordinación e inspección de esos .cuerpos. Al Gobierno vasco corresponde, en suma, el mando supremo de ese embrión de policía autónoma, tal y como lo establece el artículo 17 del Estatuto de Guernica. El Estado, por su párte, se reserva, además de los servicios supra y extracomunitarios, la licencia de armas para los integrantes de ese cuerpo, cuyos mandos serán necesariamente jefes y ofici iles de-las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Las funciones de ese núcleo inicial de la policía autónoma vasca se inscriben en el marco del Estatuto y de la Constitución: proteger la seguridad. ciudadana, garantizar el ejercicio de los derezhos y libertades, velar por el cumplimiento de las leyes estatales y comunitarias, realizar funciones recaudatorias y administrativas, etcétera. El punto conflictivo de la cusodia de las vias de comunicación se ha resuelto encomendando a miñones y miqueletes la vigilancia del tráfico, pero dejando abierta la posibilidad de que los cuerpos de seguridad estatales puedan ejercer funciones de control y seguridad.
El decreto prevé que, en el plazo de seis meses, comenzará a operar el núcleo inicial del nuevo cuerpo, con una plantilla no inferior a quinientos hombres, y que todas las funciones reconocidas por el Estatuto de Guernica entrarán bajo su competencia en un período no superior a cinco años. La vigilancia del tráfico será encomendada a una plantilla de doscientos hombres.
El acuerdo se hace extensivo también al conflictivo tema de la presidencia de la Junta de Seguridad, órgano paritario de coordinación entre la policía autónoma y los cuerpos de seguridad estatales. El artículo 17 del Estatuto de Guernica había dejado en el aire o en la ambigüedad ese punto. La solución, seguramente poco funcional pero la única posible, es que la presidencia sea desempeñada «conjuntamente» por un representante de la Administración central y otro del Gobierno vasco.
Se trata, en suma, del primer paso para la transferencia a la comunidad autónoma vasca de las funciones de orden público previstas en el Estatuto y para la creación de los cuerpos policiales que hagan factible.su realización. Comienza así un proceso que durará cinco años y que estará nutrido por los trabajos, nada fáciles, de organización, selección, entrenamiento y dotación de la policía autónoma vasca. A lo largo de ese período, los cuerpos de seguridad estatales y la policía autónoma tendrán que aprender a coexistir dentro del mismo territorio, a compartir competencias, a respetar las propias de cada uno y a saber que, en última instancia, el orden público, la seguridad ciudadana y la protección de los derechos y libertades es el suelo común que posibilita de antemano la armonía y complementariedad de sus actividades.
En cualquier caso, el acuerdo entre el Poder Ejecutivo y el Gobierno vasco sobre la policía autónoma y el decreto que regula sus competencias y organización constituyen .un importante acontecimiento que abre perspectivas ciertas para el desarrollo del Estatuto de Guernica y que crea las condiciones para que el Gobierno de Vitoria asuma sus responsabilidades en lo que concierne a la pacificación de Euskadi.
Queda, por lo demás, para otra, ocasión el comentario. de las medidas propuestas por el Gobierno para ordenar la cara oculta. del planeta auionómico y para lograr, aunque sea a través de una tercera lectura de la Constitución, alguna racionalidad y un poco de buen sentido en una empresa en la que casi todos los partidos han derrochado demagogia e irresponsabilidad. El naufragio del referéndum gallego debería servir al menos para que todos reflexionaran más sobre un tema que amenaza con desplazar los verdaderos problemas del país por otros que sólo interesan a la clase política subalterna.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Opinión
- Política nacional
- UCD
- Relaciones Gobierno central
- Presidencia Gobierno
- Gobierno autonómico
- Comunidades autónomas
- Policía autonómica
- Política autonómica
- Administración autonómica
- Política municipal
- Policía
- Gobierno
- País Vasco
- Fuerzas seguridad
- Partidos políticos
- Administración Estado
- España
- Administración pública
- Política
- Justicia