Las asalariadas europeas no se creen discriminadas por razón de su sexo
La Comunidad Económica Europea (CEE) acaba de hacer pública una sorprendente encuesta sobre «las mujeres asalariadas» en los nueve países miembros del Mercado Común. Sorprendente porque entre sus apretadas listas de números y tantos por cientos se descubre que una gran mayoría de los treinta millones de mujeres que trabajan en la Europa comunitaria piensan que «no hay discriminación» en sus empresas y porque, por ejemplo, 1.800.000 confiesan haber tenido que soportar «proposiciones sexuales» de sus jefes como puro y simple chantaje laboral.
La respuesta que más ha sorprendido a los sociólogos de la CEE es la falta de conciencia de discriminación en razón de sexo, pese a que una gran mayoría de las mujeres asalariadas cobra menos que sus compañeros varones. Incluso se sienten en «posición ventajosa» a la hora de encontrar un trabajo. La explicación de esta contradicción es, sin embargo, muy simple. Un 24% de las mujeres asalariadas en Europa trabaja en un «universo exclusivamente femenino», es decir, rodeadas sólo de otras mujeres. Son evidentemente, las características de su empleo (oficinas, hospitales, escuelas, determinados sectores de la industria) las que hacen creer a las mujeres que un hombre no hubiera podido obtener su puesto de trabajo. Casi no haría falta añadir, como constatan los encuestadores, que el «universo laboral femenino» se corresponde con un débil nivel de instrucción, empresa pequeña y trabajo sin responsabilidad.El 70% de las mujeres que trabajan empezaron antes de cumplir los diecinueve años y el 58% abandonó sus estudios antes de cumplir los diecisiete.
El estereotipo de «mujer trabajadora, igual a mujer oficinista» es, sin embargo, falso. Es cierto que tres cuartas partes de esos treinta millones de mujeres trabajan en el sector «servicios», pero sólo un 30% lo hace, directamente en una oficina. El resto trabaja, en tiendas, talleres, colegios, hospitales y salones de belleza, hostelería, etcétera. Un 4%, cifra nada despreciable, afirma trabajar en su propia casa o en «casa de una persona privada».
La baja «conciencia de discriminación» laboral se traduce en un 55% de mujeres que no ve ninguna «desventaja», contra un 26% que ve por el contrario, al menos dos o tres «inconvenientes». Un 8% afirma que se ha visto directamente discriminada a la hora de buscar un empleo porque el empresario buscaba «un hombre». En ese caso se encuentran, sobre todo, profesionales jóvenes, francesas o italianas.
Los europeos están preocupados por el cescenso de natalidad, según otras encuestas comunitarias, pero a la hora de la verdad los «patronos» siguen preguntando a una mujer antes de contratarla si «tiene la intención de tener hijos». Un 12% de las mujeres encuestadas afirma haber perdida un empleo o no haber logrado el que buscaba sólo por encontrarse embarazada.
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