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Intento de creación de una internacional socialista africana

La constitución de una «organización interafricana socialista» ha vuelto a ser evocada estos días, después de que el presidente de Senegal, Leopold Sedar Senghor, anunciara su intención de dimitir de su cargo a fines del presente año, para consagrarse enteramente a esa nueva «cruzada» tras veinte años de poder ininterrumpido.

La idea no es original, ni nueva, ya que de esta «Internacional Socialista de los países africanos» viene hablándose reiteradamente, desde que en julio de 1975, por iniciativa del presidente tunecino Habib Burguiba y del citado Senghor, tuviera lugar en Túnez la llamada «conferencia de partidos africanos sobre el desarrollo planificado y las vías africanas hacia el socialismo», marco, entonces, de uno de los más duros enfrentamientos entre partidarios de la «sociedad de concentración» centrada en un liberalismo planificado y los del «socialismo científico, con matiz africano».Para Argelia, que nunca mostró un interés desmesurado por las iniciativas conjuntas de Senghor y Burguiba, el volver a la carga, ahora, a través del «poeta-presidente», tendería a crear nuevas divisiones de carácter político, a partir de una voluntad deliberada de establecer una línea de demarcación entre los «países revolucionarios» y los «otros».

En 1975, los veintidós países africanos presentes en Túnez, llegaron penosamente a un consenso sobre la estrategia a seguir para garantizar una línea de desarrollo social y económico, obviando el debate ideológico. Los partidos africanos estimaron, entonces, que las estrategias de sus países tenían como fin y personaje central el hombre africano, considerado no tanto como una entelequia, sino el instrumento de toda acción de desarrollo.

La concepción expuesta entonces por el presidente Burguiba, en el sentido de entender que la «lucha de clases» tradicional debía verse sustituída por la «democracia económica», en la medida en que las contradicciones propias a los países socialistas, son una «herencia» de su «voluntad ominosa», había suscitado los resquemores de los progresistas y hasta del propio Senghor, quien entendía que las carencias del hombre africano «proceden, ante todo, de su dificultad a establecer una lectura africana de Marx y Engels».

La conferencia de Túnez, a juzgar de una mayoría de sus participantes, tendría como único mérito el haber reunido un grupo considerable de partidos políticos africanos, en torno a un orden de trabajos acuciantes, pero que sería calificado de «tendencioso», por unos, y de «oportuno», por otros.

En aquel foro, Argelia, a través del responsable del departamento de Formación del «Frente de Liberación Nacional», Cherif Messadia, defendería la tesis de una solidaridad militante entre pueblos africanos, árabes y tercermundistas, para abolir el subdesarrollo y establecer un nuevo orden económico internacional... «lejos de toda idea de dominación y monopolio...».

La ausencia, poco menos que total, de soluciones con carácter práctico, al fin de los debates, y la larga sucesión de polémicas estériles (expuestas ya en una conferencia preparatoria, celebrada en El Cairo, en marzo de ese mismo año, en la que participaron Argelia, Camerún, Costa de Marfil, Egipto, Mauritania, Senegal, Sudán, Túnez, Zaire y Zambia), impuso un estado de semicongelación de la conferencia, pese a la voluntad de algunos participantes, como Senghor, de institucionalizar un organismo propio.

En septiembre de 1978, bajo la influencia del Partido Socialista senegalés y el Partido Desturiano tunecino (Senghor y Burguiba, nuevamente), un grupo más reducido de países africanos preparó un proyecto de «carta del socialismo africano» y un reglamento interno para lo que debía ser la «Internacional Socialista en Africa».

Raíces africanas

Los participantes a esa última reunión (Senegal, Túnez, Egipto, Gambia, Alto-Volta, Marruecos e isla Mauricio) intentaron definir lo que, en su opinión, debía constituir la «ideología» de ese organismo, centrada en «una vía únicamente africana de desarrollo económicoA los dos años de esa conferencia -una reunión del comité preparatorio de ese futuro organismo, celebrada en Túnez- en julio pasado, adoptó el proyecto de «carta africana socialista» y el citado reglamento, planteando que ambos documentos sean sometidos para su aprobación definitiva a un futuro congreso que, teóricamente, debe celebrarse en Túnez del 26 al 28 de febrero del año próximo.

Con anterioridad a ese congreso, Dakar debe ser el escenario, esta misma semana, de otra reunión del comité preparatorio, a impulsos del presidente Senghor. Según la opinión de quienes le rodean estrechamente, Senghor aspiraría a ser el primer presidente de la «Internacional Socialista africana».

Entre la conferencia de Túnez, en 1975, y la reunión de 1978, los partidarios de un «socialismo africano específico» se han dividido y han dispersado sus fuerzas. La composición del comité preparatorio del futuro congreso difiere, notoriamente, de la del precedente comité de El Cairo: los «progresistas» se han colocado, casi unánimemente, al margen de la última iniciativa, y, a través de sus órganos de expresión, se ha dado a entender que la iniciativa de Senghor no sería sino una tentativa de imponer el dominio de los defensores de la «francofonía». y del «triálogo» ofrecido por el Elíseo.

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