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Los generales Eanes y Soares Carneiro, se disputan el voto de siete millones de portugueses

Siete millones de electores portugueses han sido llamados hoy a las urnas para elegir su presidente para los próximos cinco años. Una elección desde hace meses anunciada como de fundamental importancia y que, repentinamente, pasó al segundo plano de la actualidad nacional e internacional, en razón del trágico accidente que costó la vida al primer ministro, Francisco Sa Carneiro, y al ministro de la Defensa, Amaro da Costa.

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Seis candidatos se disputarán los sufragios, aunque siete nombres figuren en las papeletas de voto.La renuncia, hace una semana, del candidato del partido comunista, Carlos Brito, en favor del actual presidente Ramalho Eanes, fue decidida cuando ya estaban impresas las papeletas.

Los restantes candidatos son: el general Antonio Soares Carneiro, apoyado por la coalición gubernamental de Alianza Democrática; el general Antonio Ramalho Eanes, actual jefe del Estado; Otelo Saraiva de Carvalho, el antiguo comandante del COPCON, candidato de la Izquierda Revolucionaria; el coronel Antonio Pires Veloso, ex comandante de la región militar del norte; el general Carlos Galvao de Melo, ex miembro de la Junta Militar de 1974, ex diputado del CDS, y Antonio Aires Rodrigues, candidato trotskista.

Desde primera hora, se sabía que la elección de hoy sería, de hecho, un duelo, entre el presidente en ejercicio, Eanes, candidato a un segundo mandato, y el general Soares Carneiro, apoyado por la coalición gubernamental.

A mitad de la campaña, el general Eanes tenía una ligera ventaja sobre su principal adversario, Soares Carneiro, que luchaba contra el hecho de ser prácticamente un desconocido para la inmensa mayoría del electorado portugués.

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Es cierto también que la última semana electoral había aportado dos hechos nuevos, susceptibles de alterar las tendencias del electorado, pero demasiado recientes para que su efecto haya podido ser apreciado en los últimos sondeos de opinión: el apoyo comunista a Eanes y los dividendos que Sa Carneiro y los líderes de Alianza Democrática se apresuraron a sacar del hecho para asustar al electorado más moderado.

La pregunta que todo el mundo formula hoy es la de saber si la trágica muerte del líder incontestado de Alianza Democrática tendrá una influencia -y en qué sentido- sobre los resultados, que serán conocidos en las primeras horas del lunes.

Existe el aspecto sentimental de la cuestión, bien aprovechado desde el primer momento, y que consiste en invitar al electorado de derecha a mostrarse fiel a la llamada de un muerto: Alianza Democrática pretende dar al voto de hoy el sentido de un referendo popular al testamento político de Sa Carneiro.

Hay que tener también en cuenta el aspecto político-institucional del vacío político creado por la desaparición de un hombre, que se hizo insustituible, y que murió antes de haber rematado el edificio construido con tesón y audacia. En este caso, la búsqueda de la seguridad y del sentimiento de continuidad puede jugar en favor de Eanes.

Sobre un punto al menos, los observadores políticos están prácticamente de acuerdo: cualquiera que sea la influencia de la muerte de Sa Carneiro, el tiempo, que hasta ahora jugaba en favor del candidato Soares Carneiro, pasa ahora a jugar en favor de Eanes, que mejora sus probabilidades en caso de segunda vuelta, antes prácticamente inexistentes. En efecto, los próximos quince días no harían sino tornar más evidente el vacío creado.

Los otros candidatos no tienen ninguna probabilidad de ser elegidos, ni siquiera de pasar a una eventual segunda vuelta. El único que alimenta aún esta ilusión es Otelo Saraiva de Carvalho. Cuenta, para ello, con los casi 800.000 votos que obtuvo en 1976, la repugnancia del electorado comunista a dar su voto a Eanes y los votos de los socialistas que, como Mario Soares, han retirado su apoyo al presidente. Pero Otelo no es ya el capitán de abril aureolado con el cariño popular.

Pires Veloso y Galvao de Melo, los dos candidatos susceptibles de disputar votos de Alianza Democrática a Soares Carneiro, han fracasado en su intento de crear una alternativa al «candidato impuesto por Sa Carneiro». Pires Veloso ha constatado, con profunda tristeza, que la memoria colectiva es una cosa fugaz y que no queda nada de la popularidad que tuvo en 1975-1976, y que le permitían esperar ser designado candidato por Alianza Democrática.

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