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El presidente garantiza la españolidad de Melilla

La ciudad de Melilla dispensó ayer un recibimiento al presidente Suárez lleno de afecto y cordialidad, tanto en el aeropuerto, al que llegó pasadas las cinco de la tarde de ayer, como en su recorrido por las calles melillenses. Las gentes se habían apiñado para ver al presidente y tratar de estrecharle la mano, hacerle llegar algunas palabras o reclamarle alguna respuesta para disipar las dudas de futuro que embargan a los 58.000 vecinos que aquí residen.

Así lo resumió emocionadamente una de las mujeres en la recepción del aeropuerto, que congregó a más de mil personas: «Melilla nuestra, es de España». «Y mía también», respondió Suárez, visiblemente reconfortado por las pruebas de cariño que aquí recibe estos días, añadiendo que el Gobierno garantiza la españolidad de esta ciudad del norte de Africa.El helicóptero de la Fuerza Aérea española que traía a bordo al presidente procedía de Jerez, donde minutos antes de su despegue había tomado tierra el Mystere que en viaje de ida y vuelta a Lisboa le permitió asistir ayer a mediodía a los funerales por el primer ministro portugués, Sa Carneiro.

Aquí en Melilla el programa debió ser comprimido para adaptarlo al restringido horario dispuesto por el imprevisto viaje a Lisboa, pero ha seguido una simetría sin duda deliberada respecto del desarrollo en Ceuta el viernes.

Coloquio con militares

Desde el aeropuerto -donde le acogieron las autoridades encabezadas por el capitán general de Granada, Antonio Delgado Alvarez, y el comandante general y delegado del Gobierno, general José María Bourgón y López Dóriga- el presidente se trasladó al acuartelamiento Millán Astray, sede del tercio Gran Capitán, segundo de la Legión.

Los actos del sábado legionario previstos fueron abreviados, y tras los honores rendidos en formación y el desfile de la tropa, el presidente pasó a reunirse con los mandos y comisiones de las distintas unidades radicadas en Melilla, igual que había hecho la víspera en Ceuta. Es seguro que Suárez, en su coloquio, habrá sido preguntado aquí por cuestiones semejantes, y habrá aprovechado la ocasión para exponer las líneas de la política del Gobierno en algunas de las materias que más directamente afectan a los miembros de las Fuerzas Armadas, y en aquellas otras, como el terrorismo, que producen en sus filas mayor desazón.

Los encuentros con generales, jefes y oficiales en estas ciudades de frontera le han proporcionado al presidente la ocasión buscada de explicarse ante un público con responsabilidades muy específicas.

Los hombres de las Fuerzas Armadas han valorado estas explicaciones y el gesto que la visita del presidente significa. Por eso, como ayer señalaba EL PAIS, cobra fuerza la idea de que el presidente ha preparado desde tan lejos su inmediato viaje al País Vasco.

El viaje del presidente Suárez a Ceuta y Melilla ha huido en su planteamiento de la espectacularidad, de la demagogia y también de impulsar cualquier crispación patriotera. Por eso, se ha centrado más bien en los parámetros de sobriedad y ha tratado de aportar seguridades con el hecho físico de su presencia directa.

Los problemas y aspiraciones que más reiteradamente le han sido expuestos en estos días se fijan en tres puntos: la descapitalización (gran parte del ahorro de estas ciudades emigra para invertirse en la Península), la marroquinación progresiva, consecuencia del asentamiento ilegal de musulmanes y la forma final que adoptará la autonomía de estas poblaciones. Según la encuesta que publica la revista Melilla, hay una coincidencia de socialistas, comunistas y aliancistas de Fraga en favor de una autonomía por separado de estas dos ciudades, mientras los centristas y los del partido de Rojas Marcos dejan la puerta abierta también a un posible enganche con la futura comunidad autónoma de Andalucía. Más allá de estos puntos concretos planea la incertidumbre que las reivindicaciones de Hassan crean aquí.

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