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RELIGION

Los acuerdos de los obispos no disipan el malestar creado por el libro de texto "Padre nuestro"

En las últimas horas de la pasada Conferencia Episcopal se tomó el acuerdo de que la Comisión de Enseñanza y Catequesis que preside Elías Yanes fuera quien emitiera el dictamen previo eclesiástico que necesitan los textos escolares de religión, que ese dictamen sirviera de nihil obstat o reconocimiento de ortodoxia al que cada obispo tiene que atenerse y que esta comisión intensifique la vigilancia para que todos los textos de religión sean sólo los aprobados oficialmente.

No es seguro que todos estos acuerdos consigan disipar las críticas que tanto en el mundo eclesiástico como entre editores de libros de texto ha creado la publicación de Padre nuestro, publicado por esta comisión episcopal. El material didáctico de religión está sometido a un complicado mecanismo. Primero la comisión episcopal elabora unas bases de programación que pasan al Ministerio de Educación. Cuando son promulgadas por el Boletín Oficial del Estado, todas las editoriales tienen opción a editar sus propios libros de religión en base a esas directrices. Pues bien, Padre nuestro ha aparecido sin que hubiesen sido publicadas esas bases de programación, con lo que se ha producido una competencia desleal respecto al resto de las editoriales, al tiempo que aparece un texto único que contradice el pluralismo deseado por la Conferencia Episcopal tanto en la Declaración, de 1976, como en las Orientaciones, de 1979, líneas ratificadas recientemente por un documento de la archidiócesis de Madrid. Los obispos unánimente se han opuesto a un tratamiento meramente cultural o laico de la enseñanza de la religión, afirmando que la clase de religión debe encaminarse al desarrollo de la fe del creyente. Pero oficialmente no reducen el libro de texto a un libro de catequesis. Los partidarios, sin embargo, del texto único abogan, por una identificación de los dos terrenos, y por un solo texto escolar.Y aquí comienza el calvario de Padre nuestro, que, según confiesan sus redactores, comenzó siendo un texto para uso en las familias y en las parroquias y que, sin embargo, los responsables de la edición: Elías Yanes, presidente de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis, y José Manuel Estepa, del Secretariado de Catequesis, acabaron convirtiéndole en texto escolar. El libro, según los expertos, responde más al «catecismo» que al libro de texto.

Padre nuestro tampoco ha caído bien entre los editores de libros de texto. Los libros de texto de religión tienen que pasar un doble trámite. Primero se tienen que formular unas bases de programación que necesitan el visto bueno del episcopado; es la garantía de la ortodoxia. El Ministerio de Educación sanciona luego esas bases, publicándolas en el Boletín Oficial del Estado. Pues bien, Padre nuestro se ha editado sin que esas bases hayan aparecido en el BOE, lo que ha originado una competencia desleal que ha irritado a la Asociación Nacional de Editores de Libros de Texto (ANELE). Bien es verdad que las editoriales tenían desde junio una copia ciclostilada de esas bases, pero que sin publicación oficial no permitía a los editores lanzarse a redactar un libro de texto, ya que esas bases podían no ser aprobadas por el Ministerio o podían ser cambiadas por la comisión episcopal. Con este procedimiento seguido en la redacción del libro se contravenía la pluralidad, a la que instaban los documentos de 1976 y 1979. El resultado final es que Padre nuestro se ha convertido en el texto único.

Que el procedimiento para la edición del libro no haya sido improvisado lo revela el hecho dé que la comisión de enseñanza había encargado a un equipo del Instituto de Catequesis de Madrid la preparación de un material previo que sirviera para esas bases de programación. El equipo se puso a trabajar gracias a unas subvenciones de la Fundación Santa María, asociada a la editorial S. M, de los marianistas, y fue el primero en quedar sorprendido cuando apareció Padre nuestro.

Parece que la Secretaría de Catequesis, departamento técnico de la comisión de enseñanza donde se encuentra José Manuel Estepa, partidario, al parecer, del texto único, interfirió en el proceso. El libro aparece como un éxito de Elías Yanes y Estepa frente a un planteamiento más abierto y pluralista que representa la línea oficial de la Conferencia Episcopal, a la que no es ajena, lógicamente, la inspiración del cardenal Tarancón. Medios cercanos a la comisión de enseñanza apuntan en el sentido de que Padre nuestro habría que leerlo en clave electoral, cercana como está la sucesión del actual presidente. La publicación del libro ha causado disgusto entre ciertos obispos próximos a la línea de Tarancón.

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