Escribir mal
Acabo de leer el editorial que publican acerca de la lamentable situación en que se encuentra la Real Academia Española de la Lengua, y de la no menos lamentable, situación en que se encuentra nuestra pobre lengua castellana.Lo que me extraña es que estas lamentaciones vengan de un periódico que está publicando a diario escritos que contribuyen al deterioro del lenguaje, y más por tratarse de uno de los diarios de mayor venta en España.
Efectivamente, raro es el día en que no se lee en EL PAÍS que alguien «ha sido cesado», en lugar de destituido; o se califica a alguien de «meticuloso», en lugar de «minucioso». Los verbos, desgraciadamente más o menos admitidos ya, como «promocionar» (por promover), «explosionar» (por estallar) y «explicitar (ignoro por qué otro) están utilizados normalmente por ustedes. Y no hablemos de otros términos, como el de las posturas maximalistas, por ejemplo.
Pero es que en el propio editorial, utilizan ustedes «el mandarinismo», «el argot de las jergas» (cuando argot es un barbarismo que significa jerga), «la cooptación de los académicos» (que, con mucha buena voluntad, podríamos admitir como coopción), por señalar sólo lo más destacable.
Desgraciadamente, no son ustedes el único caso. El mal llega hasta nuestro Parlamento, donde se aprueban leyes que aluden a los cadáveres «autopsiados» y a los buques «convoyados». De siempre existía en España una comisión de estilo encargada de velar por la pureza de nuestra lengua. La «austeridad» de nuestras autoridades me temo que haya acabado con ella./
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