Veinte años pródigos en encíclicas
Las encíclicas son cartas circulares mediante las que el Papa se dirige a la catolicidad. Es esta una vieja costumbre del obispo de Roma, aunque el nombre de encíclica ha quedado ligado a las encíclicas sociales y políticas de León XIII en el siglo pasado.Mater el magistra (mayo de 1961) y Pacem in Terris (abril de 1963) son las dos encíclicas de Juan XXIII que encontraron resonancia fuera de los muros de la Iglesia. En la primera de ellas se relativiza a la propiedad privada como condición necesaria de la dignidad del hombre, abriéndose cautelosamente hacia formas de socialización. En la segunda, en la que intervino activamente Giulio Girardi, la Iglesia hace suya la declaración de los derechos humanos de la ONU.
En pleno concilio Vaticano II, Pablo II publicó la Ecclesiam suam (agosto de 1964). Es el documento del diálogo. Diálogo al interior de la Iglesia, entre todas las iglesias, de la Iglesia con las otras religiones, de la Iglesia con todos los hombres, particularmente con los ateos. En marzo de 1967 aparece la populorum progressio, aunque, entre tanto, han conocido la luz la Mense maio (1965), sobre la Virgen como camino hacia Cristo, Misterium Fidei (1965) sobre la eucaristía, y Chisti Matri (1966), sobre María Madre de la Iglesia. La Populorum progressio, calificada por los economistas occidentales de irresponsabilidad científica, sitúa los conflictos modernos no en la relación clásica de patrón y obrero, sino en la de confrontación entre países ricos y países pobres. Luego se suceden dos encíclicas centradas en temas morales. La Sacerdotalis coelibatus (1967) sobre la virginidad de los sacerdotes, y la Humanae vitae (1968), la más polémica de todas las encíclicas de Pablo VI. El Papa defiende la paternidad responsable y el amor conyugal integral. Pero se opone decididamente al uso de medios artificiales contraceptivos, que los considera intrínsecamente malos a dudosa fundamentación científica de muchas de sus afirmaciones provocó un fuerte rechazo en medios católicos y no católicos. Aunque formalmente no es una encíclica, se toma por tal la carta al presidente de Justicia et Pax, cardenal Roy, Octogesima adveniens (mayo de 1971). El motivo de la carta es el 80º aniversario de la Rerum novarum, y el 40º de la Quadragesimo anno. El documento reconoce que la Iglesia no tiene recetas para solucionar los problemas sociales y políticos, urgiendo a los católicos que tomen iniciativas desde su conciencia cristiana. El documento entra en diálogo con el socialismo y el liberalismo. Pablo VI hace suya la distinción de Juan XXIII entre ideologías y movimientos históricos que de tal ideología proceden. Concede que en el marxismo hay distintos niveles y que no todos ofrecen las mismas dificultades a la fe. De las mismas características es el documento, Evangelii nunciandi (diciembre de 1975), un serio esfuerzo por asumir la teología latinoamericana de la liberación, aunque poniéndose en guardia ante el peligro de reducir la salvación cristiana a una liberación política.
La encíclica Dives in misericordia, que acaba de aparecer, es la segunda del actual Pontífice; la primera fue Redemtor hominis (marzo de 1979). Se trata de una presentación de la antropología cristiana en la que, tras incidir en la fundamentación de la fe cristiana en la figura de Jesús, desarrolla la idea de que fuera de Jesucristo no hay manera de lograr una visión correcta del hombre.
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