Los generales responsables del intento de golpe de Estado contra Mao esperan la sentencia
El tribunal especial que juzga a cinco generales del Ejército Popular chino (ELP) ha concluido prácticamente la investigación relativa al intento de golpe de Estado y asesinato de Mao Zedong, que según la acusación fue dirigido por Lin Biao, ministro de Defensa y sucesor oficial de Mao, con la complicidad de los altos mandos ahora juzgados y de otras personas ya fallecidas, entre ellas su mujer y su hijo. Dos de los cinco generales, Wu Faxian y Jian Tengjiao, han reconocido abiertamente su culpabilidad, y los demás mantuvieron actitudes ambiguas. Las sentencias están pendientes, según se cree, de un debate con los abogados, y fuentes occidentales especulan con la posibilidad de que oscilen entre pena de muerte -con eventual aplazamiento de la ejecución- y cadena perpetua.
Aunque los generales que se sientan en las sillas de acusados han reconocido casi todas las acusaciones formuladas, continúa siendo bastante oscuro el episodio de la muerte de Lin Biao y la forma en que fue abortado el golpe de Estado. Simplemente se ha mostrado al pueblo chino a una serie de militares que, con excepción de Li Zuo peng, primer comisario político de la Marina, han cooperado con la fiscalía sobre la forma en que se produjeron los hechos. Wu Faxian, ex comandante de la Fuerza Aérea, ha sido el más destapado en la pro dúcciórr de mea culpa, y durante la última sesión del juicio militar se comportó como si hubiera ensayado previamente la escena.
Wu Faxian ha hecho lo posible, en suma, por aparecer como hombre «sinceramnente arrepentido» de sus actividades pasadas. ¿Le servirá esto para salvar la vida? El tribunal especial de Pekín no sólo le juzga por complicidad en el intento de golpe de Estado de 1971, sino que su nombre aparece continuamente en otras sesiones del juicio dedicadas a examinar las actuaciones de los máximos responsables de la revolución cultural.
La lucha en el Ejército Popular
En definitiva, ¿qué ha revelado este juicio en torno a la situación militar y los intentos golpistas de 1971? Durante la revolución cultural, la lucha fue especialmente dura en el seno del Ejército. Diversas facciones se enfrentaron, pero el poder estaba entonces en manos de Lin Biao, ministro de Defensa. Este y sus colaboradores efectuaron una intensa purga en el Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea, que fueron sometidos a criba durante tres años para cazar a los «contrarrevolucionarios» y «partidarios del Kuornindang (Taiwan), al mismo tiempo que les acusaban de preparar un golpe de Estado. Esta purga afectó, según cifras oficiales, a 84.000 cuadros -oficiales y jefes-. Paralelamente a la lucha en el seno de las fuerzas armadas, la revolución cultural proseguía su curso contra los «renegados», «seguidores del camino capitalista», «revisionistas» y «apestosos intelectuales».Los militares que seguían a Lin Biao llegaron a adquirir bastante relevancia, como lo prueba el hecho de que el congreso celebrado por el Partido Comunista chino en 1969 nombrara a Lin Biao como sucesor de Mao. Estos prosiguieron la escalada de la lucha por el poder, con la propuesta de restablecer el cargo de presidente de la República -abolido desde los primeros tiempos de la revolución cultural-; pero en este punto tensaron demasiado la cuerda y se enfrentaron a Mao, que no quería tener otro poder frente al suyo, tras haber conseguido deshacerse del anterior jefe del Estado, Liu Shaoqui. Tal vez, temerosos de perder sus posiciones -hubo varias sesiones de crítica del buró político del partido a los generales-, Lin Biao y sus colaboradores montaron la organización secreta denominada Flota Conjunta, que, según la versión oficial, tenía por misión arrebatar el poder en el Estado, y que llegó a contar con depósitos de armas, archivos de documentos confidenciales, códigos cifrados y fuerzas de apoyo con entrenamiento militar.
De lo escuchado durante el juicio se deduce -no ha habido afirmaciones explícitas- que, en los primeros días de septiembre, Lin Biao debió sospechar que Mao conocía su proyecto -al que se ha denominado plan 571- o, al menos, tenía serias sospechas sobre la fidelidad de su delfin. El día 7 de septiembre, Lin Liguo, hijo de Lin Biao y jefe del mando de combate aéreo, ordenó a la Flota Conjunta que se preparase a luchar. Del 7 al 11 hubo seis reuniones sucesivas para preparar el atentado contra Mao, aprovechando la estancia de éste en Shanghai.
El general JianTengjiao confirmó ante el tribunal que el regreso de Mao a Pekín provocó una reunión inmediata de los conjurados, quienes decidieron huir a Cantón con cuadros políticos y escolta militar escogida. De lo escuchado en el juicio parece deducirse que Lin Biao convocaría en Cantón a los principales jefes militares y lanzaría una proclama por la radio y, «si fuera necesario», se pediría ayuda a la URSS. Los mandos principales impartieron órdenes de preparar ocho aviones para el traslado, y uno de ellos, el Trident 256, trasladó al hijo de Lin Biao a la base aérea donde estaba su padre.
Todo esto ocurrió el 12 de septiembre. En la madrugada siguiente estaba previsto el viaje a Cantón, pero el primer ministro Zhou Enlai, advertido de forma no precisada, dio orden de que el avión 256 regresara inmediatamente a Pekín y que se suspendieran todos los vuelos. Minutos después de medianoche, Lin Biao, su esposa y su hijo subieron precipitadamente al avión 256 y despegaron sin copiloto, navegante ni operador de radio -versión oficial-, y quizá sin suficiente carburante, por lo que tuvieron que realizar un aterrizaje de emergencia en Mongolia, estrellándose al tomar tierra.
La forma en que Zhou Enlai conoció la huida no ha quedado clara en el juicio. Leyendo atentamente el acta de acusación, y teniendo en cuenta que el general Li Zuopeng -comisario político de la armada y uno de los cinco acusados- ha negado haber facilitado la fuga, se observa lo siguiente: cuando él avión 256 estaba a punto de despegar de la base de Shanhaiguan, perteneciente a la Marina, el jefe de la misma telefoneó a Li Zuopeng preguntándole qué debía hacer con aquel aparato si despegaba por la fuerza. «Este, en vez de tomar medida alguna para impedir el despegue del aparato», dice el sumario, «acudió a un subterfugio, contestando: "informen directamente al primer ministro"». Sea cual fuere la valoración de la actitud de Li Zuopeng, lo cierto es que el primer ministro tuvo noticia de lo que ocurría y, probablemente -esto ya no es versión oficial-, ordenó que derribaran aquel avión.
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