Un mar de café para salvar los restos del espíritu de la distensión
Entre discusiones sobre la conveniencia o no de poner en marcha un reloj parado, charlas de pasillo y telegramas cifrados, y consumiendo ingentes cantidades de café, los representantes de los 35 países miembros de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa intentaron, durante la larga jornada de aver, salvar los restos del deteriorado «espíritu de Helsinki».Las negociaciones que permitieron finalmente la apertura formal de la conferencia minutos antes de inedianoche se llevaron a cabo en embajadas, salas privadas y pasillos del Palacio de Congresos y Exposiciones, sede de la conferencia. Las sesiones de trabajo a excepcíón de la última, apenas duraron unos minutos.
En las largas horas de espera hubo, además de rumores, gran cantidad de anécdotas y chascarrillos. verídicos o no, quc fueron muy celebrados, como el que presentaban el ministro soviético de Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko, diciendo aver en Moscú a su homónimo itallatio que la Unión Soviética «no está dispuesta a ser el toro de la corrida de Madrid». El número de periodistas acreditados para cubrir la CSCE era ayer de casi 1.200, y se esperaban nuevas llegadas en los próximos días. Los servicios de télex instalados en el Palacio habían enviado anoche más de doscientas crónicas a los lugares más lejanos. Las conferencias telefónicas internacionales superaron el medio millar.
«Rumores optimistas y pesimistas se alteraron durante todo el día. Los participantes habían decidido parar sini bólicani ente el reloj un minuto antes de las doce de la noche del lunes para no superar así en teoría el plazo de tiempo fijado para la sesión preparatoria, que en nueve semanas de trabajos no consiguió fijar un orden del día para la conferencia principal. Quizá para dar un mayor ambiente al escenario de la conferencia alguien mandó detener los dos relojes del recibidor principal a las doce menos un minuto, y así continuaron todo el día de ayer, como mudos testigos de un estancamienlo diplomático que puede suponer el fin de la distensión.
Fue posible parar el reloj, pero imposible detener el calendario
Pero si fue posible parar el reloj no ocurrió lo mismo con el calendario, y la conferencia principal tuvo que inaugurarse poco antes de acabar el día fijado para ello. «Es como discutir el sexo de los ángeles, pero más aburrido», comentó uno de los informadores que llevaba muchas horas de pasillos y demasiadas pocas de sueño al saber que las delegaciones estában discutiendo esencialmente si se ponía o no en marcha el reloj simbólicamente detenido. Hubo quien aprovechó los escasos sillones del vestíbulo para echarse una siesta, hubo quien se buscó acomodo en las escaleras, y las dos cafeterías en funcionamiento registraban un lleno.El café fue otro protagonista de la jornada, y un delegado occidental habló incluso de una «orgía» de café al decir que esta conferencia preparatoria iba a batir todos los récords de consumo de la infusión. El café, efectivamente, fue uno de los productos más vendidos en las dos cafeterías. del Palacio de Congresos y Exposiciones, aunque también hubo oran demanda de gin tonics con los que delegados, periodistas y empleados de la conferencia trataron de combatir el cansancio y el aburrimiento de las últimas y maratonianas jornadas de la conferencia.
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