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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La protección de la atmósfera de Madrid

El progresivo deterioro de la atmósfera es uno de los problemas medioambientales más difícil a que deben hacer frente las grandes ciudades, agravado en los últimos años, en ocasiones de forma alarmante, como consecuencia del aumento de los componentes contaminantes del aire, producidos en su mayor parte por las emisiones de los procesos industriales, los generadores de calor domésticos y los vehículos de motor. Por sus consecuencias decisivas para la salud de las personas y, en general, por su impacto negativo sobre la calidad de la vida, la contaminación atmosférica es un tema de preocupación creciente para los ciudadanos, cuya colaboración es decisiva para luchar contra ella, y para todos aquéllos que tienen responsabilidades en cualquier ámbito de gobierno.En el caso de Madrid, el Ayuntamiento está prestando a través de su departamento del Medio Ambiente una atención continuada a este problema, impulsando al máximo la campaña de inspección y control de las fuentes de emisión con objeto de exigir el estricto cumplimiento de las ordenanzas. Pero todo ello no es suficiente. La magnitud del problema desborda ampliamente los efectos de esta actuación que, además, se ve muy limitada y condicionada por numerosos obstáculos, entre los que podemos señalar como más importantes: la escasez de medios materiales humanos, una legislación inadecuada sobre la materia y un desfase entre las competencias municipales y del Gobierno central, que en unos casos dificulta la adopción de medidas necesarias y en otros exige la autorización de la Administración central para su puesta en marcha.Medidas inmediatas

Bajo la preocupación de esta situación, el último pleno municipal aprobó una propuesta dirigida al Gobierno para que tome una serie de medidas, unas de carácter inmediato y otras a largo plazo. Tales medidas se refieren a los niveles de contaminación (modificándolos en un sentido realista, puesto que los actuales, tanto los de S02 como los de partículas en suspensión, presentan dificultades legales para enfrentarnos a un supuesto de contaminación elevada), a las facultades de declaración de situación de emergencia y de imponer las medidas tendentes a impedirla y normalizarla, que deben pasar a los alcaldes de aquellas ciudades que dispongan de un servicio contra la contaminación atmosférica, como es el caso de Madrid, así como la facultad de precintar los vehículos, como parece lógico, da do que ya tiene las de controlar, inspeccionar y sancionar, y puesto que es el medio más eficaz para obligar a su corrección. Por otro lado, en lo que se refiere a los vehículos diesel, el Ministerio de Industria deberá realizar el seguimiento de su procuccion y es imprescindible poner en marcha una inspección técnica periódica de esta clase de vehículos, y lo mismo que se pide a sus usuarios un perfecto mantenimiento de los mismos, es necesario exigir a los talleres una reparación correcta instrumentando de una forma clara su responsabilidad y las sanciones a que dé lugar el incumplimiento de las normas. Asimismo, es conveniente para realizar una vigilancia rápida y eficaz que los automóviles equipados con motores diese¡ lleven un distintivo que permita su fácil identificación. Estas medidas serían especialmente positivas para una ciudad como Madrid, en la que los problemas de contaminación atmosférica tienen su origen, durante la mayor parte de los meses del año, en el tráfico rodado.

En lo relativo a las características y calidad de los carburantes y combustibles, aspecto vital de la lucha contra la contaminación, el Gobierno tiene que actuar con todos los medios a su alcance para lograr la utilización de combustibles más limpios, tanto en los usos industriales y domésticos como en la automoción. En este sentido, es preciso que se anule cuanto antes la suspensión del Decreto 2.204/1975, que preveía que el contenido de azufre del gasóleo C fuera, a partir de 1979, de 0,5 % como máximo.

Urbanización y contaminación

Por último, con una perspectiva a medio plazo es preciso fomentar y facilitar la utilización de los transportes públicos, programándolos y planificándolos con mirás a una política de aire limpio. Además, hay que tener siempre presente que un urbanismo mal concebido, como ha sido el caso de Madrid, es una de las causas más importantes de los problemas que padecemos, por lo que una política adecuada en este campo tiene que tener en cuenta unos criterios tendentes a favorecer al máximo la difusión de los agentes contaminantes y que las normas de construcción que se dicten contemplen los problemas de aislamiento térmico y acústico, que, al mismo tiempo que suponen una economía de combustible, son un factor positivo en la eliminación de la contaminación atmosférica.

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Es evidente que la adopción de todas las medidas que hemos expuesto supone un paso muy importante en la solución definitiva del problema de la contaminación atmosférica de Madrid y es urgente que el Gobierno inicie esta tarea, por medio de los diferentes organismos ministeriales interesados en el tema, con la máxima energía. El Ayuntamiento de Madrid, en el ámbito que le corresponde, ya lo está haciendo y se compromete a participar con todos sus medios en la puesta en marcha de estas medidas y en su unificación con otras que han de ser tomadas a más largo plazo, que, en conjunto, constituyan un plan de saneamiento atmosférico de Madrid, semejante al que ya está en marcha, con tan buenas perspectivas, para las aguas residuales, que permita reducir al mínimo los efectos negativos que sobre la atmósfera de la ciudad tiene la aglomeración madrileña, que contribuya a definir un nuevo modelo de crecimiento del área metropolitana y garantice una alta calidad de vida para sus habitantes.

Manuel Mella Márquez es concejal por el PSOE del Ayuntamiento de Madrid y responsable de su delegación de Saneamiento y Medio Ambiente.

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