Fernando Savater: "La nueva derecha española es mediana en todo"
En un ambiente nada hostil se celebró el pasado jueves, en una librería de Madrid el coloquio organizado por la revista La Pluma en torno al tema «Nueva derecha y cultura», cuyo ponente era el filósofo y escritor Fernando Savater. A la descripción y crítica de la nueva derecha dedicaba la revista el informe de su primer número, y este coloquio y la animada conferencia del profesor Savater sirvieron como primera presentación de La Pluma, cuyos objetivos y programa se harán públicos, según se dijo, en un acto posterior.
La nueva derecha, diría Fernando Savater, «es mesocrática. Se caracterizan por ser medianos en todo. En edad, porque están entre los treinta y 45 años». «No son ni catedráticos ni penenes, son una especie de adjuntos que le tienen horror a cualquier exceso, que se horrorizan ante cualquier utopía y cuyo único vicio es quizá la gula».Comenzó a analizar Fernando Savater las condiciones que han hecho posible la aparición reciente de la npeva derecha. Tras ver el auge revolucionario de los años sesenta y la crisis de los setenta, se refirió a dos factores fundamentales: primero, la actitud de la izquierda tradicional, su desconfianza hacia todo lo que no fuera lo ortodoxo y de todos aquellos fenómenos que tuvieran otra forma de organización que no fuera el partido. En este sentido, la izquierda, dijo Savater, «entregó a la derecha temas como la imaginación, los derechos individuales, la crítica del materialismo ingenuo y también la crítica de cierto igualitarismo no menos ingenuo». Por otra parte, se cerró la posibilidad de la crítica de lo que se conoce como el gulag, es decir, del estalinismo y la burocracia soviética.
En España, dijo, han aparecido algunos personajillos que no cumplen siquiera el papel de la nueva derecha francesa, que sería retomar todos estos temas que la derecha de siempre tampoco podría defender sin rubor, que han sido aupados en parte, dijo, «por la ingenuidad bien pensante de ciertos libertarios que creen que todo anticomunista es bueno». «Siempre se les ha criticado por lo poco revolucionarios que son. Pero mientras los libertarios ponen el acento en el poco, la nueva derecha lo pone en el revolucionario ».
Entre estos personajes abunda, dijo, «el ex fanático». El ex fanático, converso ahora, «ha descubierto el desencanto y está absolutamente encantado con él». Prefiere sobre todas las cosas Europa a Occidente, esta Europa de los servicios secretos y en la que el terror es el único invento nuevo. Naturalmente, su definición política es de liberales, que tal vez en otro momento histórico pudo tener algo de subversivo, pero ahora es absolutamente conformista, anodino y acrítico.
Miedo a la desestabilización
Después, Fernando Savater fue definiendo sus principales características. En primer lugar, dijo, «reivindican los derechos humanos... en los demás países». Naturalmente, cualquier intento de crítica a los costes de los derechos humanos en los países democráticos produce horror. Su segundo horror es a la desestabilización. La suya, dijo, «es la ideología de la inevitabilidad del mal». Los más sofisticados se apoyan en ciertos biologismos y, una vez más, en la ciencia, que, como siempre, defiende «las posturas de la necesidad». En tercer lugar, dijo, defienden la privatización de la satisfacción, la desinstitucionalización de cualquier opción de crítica y de libertad a lo que no sea la vida privada. Y lo cierto, dijo, tal vez en el momento más interesante de su conferencia, es que no hay nada de revolucionario posible más que a nivel de institución. Sólo las instituciones pueden ser revolucionarias, pero sólo lo pueden ser a condición de que no pierdan el vínculo con los instituyentes». Habló después de esas instituciones «autodisolventes» «que se disuelven tan pronto empiezan a funcionar». Les caracteriza «su entusiasmo por el folklore barato». «A la seriedad de la progresía tradicional han contrapuesto la pequeña idiotez de los malos espectáculos».
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.