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El KGB sobornó a un ex agente de la CIA para que se infiltrara en el Congreso

A cambio de siete millones de pesetas, un ex agente de la CIA se dejó sobornar por los servicios secretos soviéticos (KGB) para intentar infiltrarse, infructuosamente, en los comités de espionaje del Congreso norteamericano, según él mismo ha confesado ante un gran jurado.

Si la policía, es decir, el FBI, no lo hubiera descubierto a tiempo, el espía David Barnett habría podido acabar siendo un agente triple, como pretendía la Agencia Central de Inteligencia (CIA).Barnett había solicitado trabajar en el Comité de Espionaje del Senado en 1976, y en el de la Cámara de Representantes al año siguiente. En ambos casos sus deseos se vieron frustrados, pues no fue contratado. No obstante, habría recibido del KGB 100.000 dólares por sus gestiones.

La intención de Barnett era acceder a la información confidencial que manejan los congresistas dedicados a controlar las actividades de espionaje norteamericanas.

El senador republicano Strom Ghurmond, miembro destacado del Comité Judicial, ha acusado a la CIA de «impedir» durante más de un año el procesamiento de Barnett. Y, de paso, al ministro de Justicia, Benjamín R. Civilett, de «doblegarse» a las presiones de la agencia de espionaje para que el asunto no saliera a la luz pública.

El caso puede quedar visto para sentencia a finales de esta semana, una vez fue el gran jurado federal encargado de la vista acabe sus trabajos.

Amigos del ex agente de la CIA creen que Barnett aceptó el soborno soviético por razones estrictamente pecuniarias, y no por afinidades ideológicas.

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Barnett trabajó para la CIA en Indonesia, en los años sesenta, en calidad de agente secreto. En 1969 volvió a Washington y, según todas las apariencias, abandonó sus labores de espionaje para dedicarse a la enseñanza en un colegio de Pensilvania.

A principios de la década de los setenta, Barnett volvió a Indonesia para abrir, junto con su familia, un negocio de artesanía y antigüedades, que fracasó. De ahí pasó a una fábrica de conservas de mariscos.

En 1977 volvió a Washington. Fue entonces, según las autoridades judiciales, cuando entabló contacto con los servicios secretos soviéticos.

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