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Editorial:PRENSA
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

"Los problemas de la Prensa vienen de la propiedad multinacional", según Sean McBride

Sean Mac Bride, irlandés nacido en 1904, periodista y político, es el padre de un polémico informe en torno a la comunicación, libertad de Prensa y financiación de los medios, que está siendo severamente criticado en Belgrado durante las sesiones de la 21ª Conferencia de la Unesco. Mac Bride, premios Nobel y Lenin de la Paz, ex ministro de Asuntos Exteriores de Irlanda, piensa que existe un desequilibrio en el flujo de la información mundial, que los problemas de la Prensa vienen de la concentración de la propiedad en varias multinacionales y que la única limitación a la libertad de Prensa debe venir del propio periodista, a quien hay que dotar de un estatuto que le conceda derechos adicionales.

Pregunta: ¿Cómo se ven los problemas del flujo mundial de información-comunicación tras cuatro años de trabajo en un informe y qué habría que cambiar al respecto?Respuesta: Más sería cuestión de qué es lo que queda todavía por hacer, porque en los últimos dos o tres años se han producido mejoras importantes. La información de nuestra comisión para el estudio del desbalance informativo en las comunicaciones con el Tercer Mundo y las condiciones en que se suministra esa información son algo provechoso, sobre todo con las discusiones a que ha dado pie. Creo que los gobiernos van a examinar seriamente el informe para ver qué pasos va a tener que emprender cada cual, tanto a nivel interno, nacional, como en el plano de las ayudas al Tercer Mundo. La discusión sobre el informe se ha racionalizado bastante y se ha comprendido que teníamos razón en quejarnos del desequilibrio en el flujo de la información. A algunos eso no les gustó al principio, pero reconocen ahora que las quejas estaban justificadas. Claro que el impacto va a necesitar de dos a tres años para manifestarse plenamente. En mucho dependerá de los periodistas, del uso que éstos hagan del informe y de su presentación a la opinión pública.

P. ¿Qué ha visto usted de impresionante durante los cuatro años de elaboración del informe?

R. Hay hechos asombrosos, pero uno de los más impresionantes es que La Voz de América, Radio Moscú, Radio Pekín, la BBC y otras emisoras, en número de treinta, emiten 12.000 horas semanales de programación en un centenar de lenguas extranjeras. Ese es problablemente el mayor desafío de los medios. Algo que puede ser útil y que tiene que ser responsablemente utilizado, no tendiendo a atizar tensiones en el mundo. La situación ha mejorado y algunas de esas emisoras son excelentes, pero otras continúan dedicadas a la propaganda.

Estoy convencido de que esa cajita negra que usted ve junto a la ventana, que nunca me abandona y por la que yo me asomo al mundo, ese transistor, es el objeto más poderoso de la comunicación.

P. Su informe ha suscitado serios recelos en cuanto a la libertad de información. Se dice que, tras su insistencia en la responsabilidad del periodista y los derechos soberanos de la nación se esconde un peligro de recomendación de controles. ¿Cómo ve usted la relación entre responsabilidad y libertad en el periodismo?

R. Una información tiene que ser absolutamente verídica. Totalmente cierta. La libertad absoluta tiene que existir para recibir, transmitir y traducir noticias, sin cortapisas. La única limitación tiene que venir dada por el mismo periodista, consciente de la tremenda responsabilidad que supone estar informando a la opinión pública. Hay muchas cosas que determinar al respecto todavía. Pero, así como el doctor tiene una enorme responsabilidad cara a sus pacientes, o los abogados con sus clientes, y los clérigos en la enseñanza religiosa, también los periodistas tienen que desarrollar su sentido de la responsabilidad. Algo que no puede serles impuesto, que tiene que salir de ellos. Y es que en estos últimos años ha habido cambios extraordinarios. El poder ha desplazado su centro de poder de los gobiernos y la diplomacia secreta hacia el sector público. La guerra franco-argelina chocó con la opinión pública. También la de Vietnam fue detenida por la opinión pública norteamericana y mundial. Creo que, por primera vez en la Historia del planeta, una guerra se detuvo sin que ninguna de las partes la ganara o la perdiera. Lo mismo en Irán; la opinión pública pudo con el Ejército y la policía; fue el hombre de la calle el que derrocó con sus manos la que fue probablemente la dictadura más poderosa del mundo. Si es verdad que la opinión pública se ha convertido en un poder mundial, también lo es que quienes la informan tienen una responsabilidad especial.

Publicidad y financiación

P. En esta sesión anual de la Unesco, el informe ha sido seriamente criticado por una asociación interamericana de radios libres, por las dudas que contiene sobre la publicidad como fuente de financiación de los medios...R. ¿Qué podríamos decir, entonces, de las empresas anunciadoras que coaccionan a los periódicos que a veces no publican cosas por no ofender al anunciante? Recordemos el caso de aquel medicamento que producía deformaciones monstruosas en los recién nacidos y cuya empresa farmacéutica ejerció enormes presiones para que no se publicara la verdad. Algo horrible, algo muy peligroso.

P. ¿Qué es un periodista?

R. Esa pregunta plantea un serio problema. Hay una profesión que es la de periodista, pero alguien podría convertirse en periodista de la noche a la mañana. Creo que la decisión correspondería a asociaciones puramente profesionales o sindicales. En cuanto a que los periodistas debieran de tener un estatuto especial que les concediera derechos adicionales, protecciones, me quedé solo en la comisión; nadie me apoyó. Pero los diplomáticos tienen un estatuto especial, también lo tienen los funcionarios gubernamentales, los sacerdotes, los abogados, los taxistas... creo que también los periodistas tendrían que recibir un estatuto en relación con su tarea de informar a la opinión pública, algo más importante que la tarea de un abogado o de un diplomático. Hay que fomentar, sobre todo, el periodismo investigador. Periodistas que tendrían que tratar muchos más temas de corrupción, por ejemplo, desenmascararla allí donde exista. Esa es la protección de la opinión pública en una democracia.

P. ¿Cuál sería su perfil-robot de un país informativamente ideal?

R. Suecia es un gran país al respecto. El mejor, diría. Costa Rica tampoco está mal. Los problemas vienen de la concentración de la propiedad de Prensa en varias multinacionales. En Francia, el grupo Hersant detenta catorce diarios. Eso sí que es un peligro. Eso es malo. Ahí tiene usted el grupo anglo-rodesiano Longrho, que posee periódicos en Africa y también constituye un peligro en Africa. Ahí está la Murdoch australiana, que no sólo posee Prensa en su país, sino también el New York Post y uno o dos periódicos en Gran Bretaña. Eso no me parece bien. Mejor que concentrados, los periódicos deberían estar metidos, a ser posible, en algún tipo de sistema cooperativo, si es posible, y en manos de su país. Que haya una relación consumidores-proveedores y, como en el caso de Suecia, con subsidios financieros. Hay un serio problema que no contempla el informe y va a estallar en diez o quince años. Va a faltar el papel con el receso del analfabetismo y tendríamos que estar plantando muchos más árboles para la materia prima.

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