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Hoy se estrena "Dos", primer largometraje de Alvaro del Amo

Después de participar en diferentes festivales, Berlín, Cannes, Bruselas, Figueira da Foz, Lisboa y, la próxima semana, Vallodolid, hoy se estrena en el cine Duplex, de Madrid, Dos, primer largometraje de Alvaro del Amo. Realizada con un presupuesto reducido, la película no es, en opinión de su autor, una ruptura respecto a los cortometrajes dirigidos por él, sino una prolongación, la continuidad de un mismo estilo.

«En el cine», dice Alvaro del Amo, «la realización de un largometraje se considera como el comienzo de la edad adulta. Hacer cortos es como jugar al gua. Es preciso filmar más de seis rollos de diez minutos para existir. Este criterio es, en primer lugar, cuantitativo. Es también cualitativo: los cortos son experimentos, tanteos, bromas más o menos logradas, pretextos para, como suele decirse, "hacer dedos". El largo ya es otra cosa.«En mi caso no se ha producido tal fisura, tal ceremonia de iniciación. Dos ocupa, cronol gicamente, el sexto lugar de las películas que he dirigido a lo largo de doce años. Después de Dos, he terminado El tigre, que dura cinco minutos. A nadie se le ocurriría exigir a una pieza musical la extensión de la Novena sinfonía, ni a un poema, el número de páginas de Guerra y paz.

El trabajo con los actores, el tono de la fotografia en blanco y negro (una atención por los grises, la repetida presencia del contraluz), se desgajan también de lo profesionalmente estándar. ¿Cómo se ha conseguido?

«Yo ya había trabajado con Isabel Mestres y Joaquín Hinojosa anteriormente, también con el director de fotografía, Angel Luis Fernández. La idea de hacer Dos se concretó en seguida, porque todos ellos se zambulleron con todo entusiasmo en el proyecto. Isabel Mestres, Joaquín Hinojosa y yo estuvimos ensayando durante un mes. Rodamos la película en cinco días».

¿De qué trata Dos?

«El Dos del título es una enumeración irónica. Dos son los personajes, Julia y Luis, que viven en lo que podría llamarse un interior burgués. Entre ellos se establecen relaciones de muy diverso tipo. Unas veces parecen niños (amigos, primos, hermanos), otras veces se comportan con la fatiga de un matrimonio adulto, otras son dos amantes, etcétera. Y todo ello al mismo tiempo. Son todo eso a la vez. No disponen de una identidad precisa desde la que se desplazan y a la que regresan. Viven una simultaneidad de modelos de relación. Que es, me parece a mí, lo mismo que ocurre en lo que se entiende por vida real. La idea de que puede calificarse con un adjetivo diferente los distintos esquemas en que un hombre y una mujer se acercan y se alejan me parece una ilusión de las novelas o del cinematógrafo. Los cónyuges viven intercambios propios de una situación fraterna. Los amantes se comportan a menudo con arreglo a modalidades de apoyo, furia o entrega convencionalmente reservadas a la tensión madre-hijo o padre-hija. El trato entre los niños; contiene, en su indeterminación, en su dependencia, en su soledad, una variadísima combinación de todos los patrones conocidos. En esta película he intentado asomarme a esta multiplicidad».

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