Gran creación
Els Comediants van a estar poco tiempo en la Sala Olimpia, de Madrid: conviene que usted vaya cuanto antes, y que le dé tiempo a volver otra vez. Lleve todos los niños que pueda; sobre todo, el niño interior. Descubrirá que no está del todo anegado, que Els Comediants le sacarán a flote. Es una tropa alegre y extravertida, ruidosa; llegan desde la calle, meten al público dentro del teatro y, al final del espectáculo, le sacan de nuevo y continúan la fiesta en la calle. No deja de ser sorprendente ver a los madrileños de la plaza de Lavapiés -los espectadores, los que salen del metro, los vecinos que bajan de sus casas y algún taxista que para su vehículo- bailando la sardana.Por debajo de este bullicio hay una intensa, minuciosa preparación. Els Comediants son mimos, acróbatas, músicos; juegan con la voz y con el cuerpo. Y tienen el don de la fantasía y la invención. Máscaras, muñecos y sombras chinescas sirven los pequeños relatos, en los que nos trasladan desde el fondo del mar al vuelo para llegar al Sol. El Sol es el símbolo permanente de la creación: su calor, su vida, su energía, alientan todos los movimientos y todas las fábulas.
Sol, solet
Creación, interpretación, música y escenografía de Els Comediants, de Barcelona. Estreno, Sala Olimpia. 7-10-1980.
No merece la pena un intento mayor de descripción del espectáculo: es meramente visual. Todos sus hallazgos -que son muchos- responden al concepto de espectacularidad. Los que han perdido su fe en el teatro la recuperarán viendo este Sol, solet que han traído a Madrid estos magníficos farsantes de Barcelona.
Babelia
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