La solución de las autonomías pasa por la existencia de partidos nacionales fuertes, según Felipe González

El secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Felipe González, dijo ayer, en la inauguración del cielo de conferencias del Club Siglo XXI, que la solución del problema de las autonomías pasa por la existencia de partidos nacionales fuertes que, asumiendo el concepto autonómico, no rompan la unidad de España. El líder socialista acusó al Gobierno de «impotencia» para solucionar los problemas del país, en cuanto a las autonomías y otros campos.Felipe González se refirió a un estudio de opinión realizado por tan organismo oficial, cuyos resultados arrollan que un 68% de los ciudadanos españoles opinan que la política les aburre y un 69% afirman que el hombre de la calle no es tenido en cuenta. Indicó que el ciudadano español piensa que los enfrentamientos dialécticos de los políticos nada tienen que ver con ellos, y advirtió que el Gobierno debe tener en cuenta y recoger la opinión de la calle para hacer su política. «Un 54% de los ciudadanos estiman que el Gobierno sólo se ocupa de un grupo de privilegiados».

Este sondeo, según comunicó posteriormente Felipe González a EL PAIS fue realizado en los meses de agosto y septiembre del presente año por el Centro de Investigaciones Sociológicas.

Sobre la cuestión de confianza presentada por el Gobierno, Felipe González dijo que se trató de una operación acompañada de un gran aparato de imagen. Se emplearon los mismos procedimientos de otros reajustes, pero no se explicó la razón de la crisis. A este respecto precisó que el Gobierno se sentía impotente para solucionar la estructuración de las autonomías. Felipe González señaló que la solución de éstas pasa por la existencia de partidos nacionales fuertes que, asumiendo el concepto autonómico, no rompan la unidad de España. En este sentido, Felipe González censuró la política de alianzas emprendida por el Gobierno con partidos regionales y advirtió de la dificultad que existiría para formar Gobierno dentro de unos años, con un Parlamento marcado por un pluripartidismo regional.

Felipe González afirmó que «los intereses sectoriales se están poniendo por encima de los intereses de la nación», y advirtió de la existencia de tres graves problemas en el tema de las autonomías: la falta de homogeneización de las competencias de todos los entes autonómicos, la existencia de las asambleas provisionales con carácter normativo y el actual sistema electoral.

En relación con los temas económicos, Felipe González afirmó que la política económica del Gobierno «es tímida y excesivamente reaccionaria». Pidió una mayor inversión pública y financiación exterior, pero todo ello con un programa económico a seis o siete años vista, en el que se incluyan como objetivos esenciales la mejora de puestos de trabajo y la solución de los problemas relativos a la vivienda, sanidad y educación.

Sobre las relaciones internacionales, Felipe González destacó la oposición de su partido al ingreso de España en la OTAN, recordando que el presidente Suárez había rectificado en algo las prisas de su anterior Gobierno por entrar en esta organización, y dijo que España debe conseguir de los países de la CEE el ser consultada durante la próxima reestructuración de la Comunidad con vistas a la próxima integración de España.

En relación con los derechos civiles, Felipe González defendió la necesidad de una ley progresista del divorcio (aquí sonaron los únicos aplausos que interrumpieron la conferencia) y concluyó su disertación afirmando que los ciudadanos españoles se tienen que plantear la doble alternativa siguiente: o elegir una actitud progresista avanzando en la democracia, con los riesgos que ello incluye, posición esta que él presentó como la suya, o permanecer estáticos para sobrevivir en lo inmediato aceptando una fórmula conservadora.