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La guerra entre Irán e Irak

Irán rechaza una oferta de ayuda militar soviética

ENVIADO ESPECIAL «Irán no cambiará su revolución islámica, su libertad ni su independencia por toda la ayuda militar que nos pueda ofrecer la URSS». En estas palabras del primer ministro, Mohamed Alí Radjai, se resume ahora la postura iraní ante la oferta de ayuda militar realizada el domingo por la Unión Soviética a Irán, a través de su embajador en Teherán, VIadimir Vinogradov.

Las autoridades iraníes confirmaron ayer el recrudecimiento de los combates a lo largo de la frontera irano-iraquí, especialmente en el Juzestán -la principal zona petrolífera de Irán-, donde Bagdad anunció la conquista de la ciudad portuaria de Jorramshar y corresponsales extranjeros señalaron la presencia de carros de combate iraquíes. La aviación iraquí redobló su actividad durante el fin de semana, bombardeando Teherán en dos ocasiones.

Radjai aprovechó la entrevista con el diplomático soviético para criticar el reciente envío de cien carros de combate soviéticos T-72, el viaje de una delegación de la URSS a Jordania, la visita a Moscú del vicepresidente iraquí, Tarik Aziz, y la presencia de tropas soviéticas en Afganistán.

En términos contundentes, Radjai rechazó las ofertas soviéticas e hizo hincapié en el propósito de las autoridades iraníes de que Irán solo se basta a sí mismo para defenderse de sus enemigos.

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Irak bombardeó dos veces Teherán este de semana

Viene de primera páginaLas denuncias contra el «imperialismo norteamericano» por parte de los dirigentes islámicos se prodigan a diario, y desde Teherán se tiene la convicción de que «Estados Unidos ha movido a su títere Saddam Hussein para intentar extinguir la revolución islámica», como todos los dirigentes y la Prensa iraníes repiten a diario.

Lo cierto es que, a pesar del rechazo de la oferta soviética, la virulencia de los ataques iraníes contra las dos superpotencias alcanza mayores proporciones en Irán respecto a Norteamérica que respecto a la URSS, pero los dirigentes chiítas iraníes insisten en su vía «autárquica» a la hora de encarar esta guerra. Además, tienen la convicción de que en este conflicto cuentan con la ventaja de «una moral popular y una voluntad de victoria muy superior a la del enernigo».

Entretanto, ni el presidente Abolhassan Banisadr, ni el propio ayatollah Jomeini se han pronunciado hasta ahora de un modo explícito y directo sobre las eventuales alianzas o apoyos militares que Irán pueda adquirir a partir de ahora.

La guerra irano-iraquí ha experimentado durante las últimas horas una escalada evidente y muy acentuada. La aviación iraquí bombardeó ayer nuevamente Teherán, causando la muerte de al menos tres personas e hiriendo a 65.

Ya el domingo dos civiles murieron y otros diez resultaron heridos en Teherán durante un bombardeo de la fuerza aérea iraquí sobre zonas próximas al aeropuerto de Mehrabad y otras áreas de la periferia de la ciudad. Entre los muertos se encuentra un muchacho y el conductor de un camión trailer que circulaba por el área bombardeada. Vecinos del barrio de Ekbatán aseguraron que los daños causados por las bombas fueron mínimos. Varios proyectiles arrojados por la aviación iraquí no hicieron explosión y fueron desactivados más tarde. La incursión de la fuerza aérea iraquí comenzó a primera hora de la tarde y fue contestada con artillería antiaérea iraní hasta primeras horas de la noche.

La jornada había discurrido sin sobresaltos hasta las 15.00 horas del domingo, en que dos potentes explosiones hicieron enmudecer por unos minutos la bulliciosa ciudad. Poco después, el rumor de las calles, el bazar y el viento del desierto dibujaron un Teherán cotidiano que aguardaba sin prisa la noche. Las gentes comenzaban a recogerse en sus casas antes del crepúsculo, sobre las 17.00 horas, mientras las primeras estrellas se asomaban perezosamente en el cielo.

De pronto, la tarde comenzó a teñirse de rojo con las estelas de decenas de bengalas lanzadas hacia arriba. Eran haces de ocho o nueve puntos de luz que recorrían el cielo, escudriñando la oscuridad creciente de la tarde, y salían desde muchos enclaves, situados en cualquier lugar de la cordillera que domina la ciudad por el Norte. A los pocos minutos, Teherán se sobrecogió. Una alarma ronca recorrió todas las calles y todas las esquinas. El fluido eléctrico quedó cortado. Sobre Teherán se abatió un silencio profundo, roto únicamente por los gritos nasales en farsi que los guardias revolucionarios se cruzaban de cuando en cuando entre ellos.

Estelas rojas y gritos

Las bengalas comenzaron a foguear todo el cielo visible. Detrás de sus estelas rojas empezaban a deslizarse los disparos de los cañones o de las ametralladoras antiaéreas guiadas por radar. Los cristales de los edificios orientados hacía el Sur reflejaban el restallido de los disparos también en esta zona de la ciudad. La luz eléctrica volvió durante unos segundos, y los gritos d.e los pasdaran atronaron de nuevo en la tarde para que todos los teheraníes permanecieran a oscuras. Una explosión profunda, como subterránea, sacudió el suelo de la ciudad. Su impacto no había reventado demasiado cerca, pero tampoco demasiado lejos.

El fuego arreció en el cielo. Centenares de proyectiles eran lanzados en diagonal sobre Teherán, y su número creciente hacía presagiar que la ciudad se hallaba sometida al bombardeo masivo de la aviación iraquí. Un nuevo estruendo, seguido de otro, permitió pensar que aquel zafarrancho comenzaba a ser eficaz. Las explosiones habían sido secas, pero después de reventar se adivinaba el zumbido que anuncia el crepitar de algo que arde.

La zona elegida por los bombarderos de la aviación iraquí estaba próxima al aeropuerto de Mehrabad, en las afueras de Teherán. Un avión Íraquí descargó sus bombas sobre un polígono de oficinas del oeste de la ciudad y segó las vidas de un muchachoy del conductor de un camión de transporte.

Los otros aviones iraquíes, cuyo número no se supo, pero que pueden contarse por decenas, se alejaron en las sombras en cualquier dirección. Las sirenas de algunas ambulancias aullaron por los pasos elevados y las calles de Teherán, que ya entonces recibían los rumores del ataque contados de ventana en ventana.

Varios camiones militares cruzaron veloces las calles de Teherán, y los reflectores continuaron en calma su ronda silenciosa de cada noche sobre el cielo tachonado de estrellas. El ataque había terminado.

La ofensiva iraquí

Durante el pasado fin de semana, varios importantes enclaves iraníes fueron bombardeados por la aviación Iraquí, que el domingo atacó la refinería de Tabriz, al norte del país; Jorramshar, en el Juzestán; Pinranshar, Bandar Gonaveh y la isla de Jarg, adonde se encuentra un terminal petrolero, en el golfo Pérsico. Esta nueva ofensiva aérea, que ha costado a la aviación de Bagdad nueve de sus Mig, coincide, según fuentes iranles, con una estabilización de la situación en los frentes de batalla del área del golfo Pérsico. Según estas fuentes, el fuego que azotaba la gigantesca factoría de Abadán, al sur de Irán y muy próxima al golfo Pérsico, casi desde el comienzo de la guerra, ha sido totalmente sofocado. Asimismo, estas fuentes aseguran que la castigada ciudad de Jorramshar, en la misma frontera con Irak, ha vuelto a la calma.

En la frontera de Gars el Eshrin, en el Júzestán iraní, la ofensiva iraquí se ha recrudecido.

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