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Reportaje:Benidorm y la historia de la "enfermedad del legionario" / y 2

La "Legionella pneumophilla", tratable con antibióticos

Los científicos españoles Luis Cañadas, subdirector general de Programas de Salud, y Casal, perteneciente al centro de virología de Malladahorida, con sus compañeros británicos Bartlett y Swann, abandonaron el desierto hotel Riopark, de Benidorm, con las muestras tomadas en las depen,dencias del hotel y en el suero de sus empleados, así como en el de otras personas de la ciudad.«Lo que se está haciendo es analizar la existencia de posibles antilcuerpos en el suero», explica Luis Cañadas. El análisis revelará si hubo Legionella en el organismos de estas personas, aunque no hubiesen sido muy afectadas por la bacteria.

Muchos propietarios de hoteles examinan cada mañana en Benidorm con atención los periódicos británicos del día, «para ver cómo va el pánico». La marea desciende: «La enfermedad de los legionarios podría estar en casa» titula, moderado, uno de los grandes diarios británicos, explicando que, «desde 1977, más de trescientos casos de la enfermedad han sido detectados en Inglaterra y Gales, con unas treinta defunciones», y estas personas, en su inmensa mayoría, no estuvieron en Benidorm.

Un informe norteamericano que recogió el mismo diario británico destaca que funcionarios de la salud pública norteamericana estiman que doce personas de cada 100.000 se infectan cada año con esta bacteria. Pero los anticuerpos de la mayoría de las personas funcionan bien, porque casi todos los individuos afectados experimentan la enfermedad en una levisima forma. Sólo el 2% o el 3% de la población total es más sensible al agente. Además, la sensibilidad parece aumentar en verano.

La contaminación de esta forma de enfermedad no tiene fronteras. Esta es una de las razones por las que las autoridades españolas sanitarias aseguran no sentirse alarmadas. El mismo periódico que trató de poner los temores en su sitio entre los ciudadanos ingleses que visitan Benidorm sugiere que la bacteria esté esparcida por el suelo y sólo aborde la conquista del aire mediante sistemas de ventilación, obras, excavaciones y otras provocaciones al subsuelo. A partir de entonces, son las partículas de agua en suspensión las que se convierten en sus vehículos de transporte hasta los millones de organismos, a los que llegan, las más de las veces, sin efectos extraordinariamente nocivos.

El subdirector general de Programas de Salud explicó que no «puede impedirse la entrada en España de personas enfermas más allá de las exigencias internacionales que marca la Organización Mundial de la Salud». En efecto, existen unos reglamentos en los que se establecen áreas geográficas en el planeta, que España, según el funcionario público, «debe respetar. No se pueden exigir vacunaciones que no estén previstas ni se puede impedir la entrada en el país a una persona que tose o que se encuentre mal».

La crisis del agua

Benidorm es una ciudad que ha experimentado un aumento enorme y, sin embargo, no se ha producido, a pesar del tremendo crecimiento en vertical, esa sensación de agobio típica de otras zonas costeras españolas. Una ciudad que tenía 12.000 habitantes, alcanza, en algunos momentos de agosto, los 300.000.

Quizá el gran tema de Benidorm es el agua, el silencioso transpor tista de Legionella. El agua no es abundante en Benidorm. En el año 1969 hubo una sequía importante.

El año 1978, protagonista de grandes sequías, fue decisivo Aquel año, hubo incluso problemas de abastecimiento de agua a la población. Desde mayo hasta agosto hubo que racionarla. Durante los meses de mayo y junio, el suministro quedó reducido a doce horas y durante los meses de julio y agosto bajó a siete horas. No obstante, los hoteles tenían aljibes propios que permitían suministrar agua a sus clientes a todas horas.

El ayuntamiento estableció entonces un sistema de distribución de agua mediante camiones-cisterna. Durante los meses de agosto y septiembre, se habilitaron los pozos de Polop (San Vicente, San Francisco y Rabasa), que en opinión de las autoridades sanitarias tenían suficientes garantías.

A finales de septiembre de 1978 quedó concluido un sistema de transporte de agua de Alicante a Benidorm, mediante un curioso procedimiento de carga y descarga. Una gran cañería construida en Alicante, de cuatro kilómetros de longitud, conduce el agua hasta buques, en los que es embarcada. Viaja entonces el agua sobre el agua hasta Benidorm, donde otra cañería, contruida al efecto, de 1.500 metros, la lleva desde la playa al Palmeral. Cuando se estableció este sistema, dejaron de utilizarse los pozos, salvo los de Polop.

Hacía dos años que había sido identificada la bacteria de los legionarios en Filadelfia, y ya se había comprobado la presencia, en Benidorm, de enfermos de aquel mal en 1973, e incluso después del asunto de Filadelfia, precisamente en el hotel Riopark, que fue desinfectado en 1973, 1977 y 1978. En aquel mismo octubre, tras el duro verano, llovió torrencialmente.

Aun así, se abrieron cuatro nuevos pozos en 1979, los pozos Beniardá, con una profundidad de 120, 130, 150 y 180 metros. Pero todo el agua no basta para Benidorm. El consumo diario de la población es de 45.000 metros cúbicos, mientras la capacidad conjunta de los depósitos semienterrados en el barranco de la Igüera es de 7.500 metros cúbicos: uno de 2.500 y otro de 5.000.

Los mecanismos de depuración de aguas en Benidorm permiten atender quinientos litros por segundo. Incluyen fluoración, precloración, decantación, filtrado con arena y cloración, final; todos ellos, factores de descontaminación bacteriana.

La red de distribución de agua en Benidorm es nueva, lo que permite ofrecer más garantías al agua, cuando la hay, que numerosas ciudades españolas. Sin embargo, las fugas de agua complican el problema, fugas estimadas entre un 10% y un 15%. En Madrid, las fugas son de un 40%, e incluso un 60%.

Las fugas constituyen uno de los peores factores de contaminación y riesgo bacteriano de las aguas. Al escapar agua, aumentan las posibilidades de succión e incorporación de materias orgánicas y aguas residuales. En Benidorm, el riesgo de que esto suceda es bastante menor que en Madrid, teniendo en cuenta, además, que toda la red es de construcción posterior a 1963, en fibrocemento. Hoy se construye un depósito de 12.500 metros cúbicos, pero recordemos que el consumo diario puede alcanzar 45.000 metros cúbicos.

En el mes de febrero de 1977 culminaba la labor de investigación de más de seis meses que se inició a raíz de las misteriosas muertes de Filadelfia. El culpable no era sino una bacteria más, desconocida hasta la fecha. Investigadores pertenecientes del Centro de Control de Enfermedades de Atlanta, en Estados Unidos, que habían inyectado tejido pulmonar de algunas de las víctimas de Filadelfia en conejillos de Indicas y en yemas de huevo, detectaron la existencia de pequeños organismos. Eran bacterias.

A partir de entonces se comprobaron más cosas. Muestras de sangre de personas que habían experimentado una enfermedad misteriosa en 1966, en la clínica mental de St. Elizabeth's, de Washington, ofrecían la presencia de anticuerpos. Había sido descubierta la Legionella pneumphilla. Hoy es perfectamente detectable la bacteria, pero exige instalaciones de laboratorio. La enfermedad en sus primeros brotes conocidos ha ofrecido una mortalidad del 20%, porque el problema radica en que el diagnóstico de una neumonía puede ser fácil, pero no siempre, ante una neumonía, se acude a un laboratorio de análisis a comprobar el tipo de agente. Aunque la enfermedad no es de presentación frecuente, miles de casos tratados en todo el mundo, responden bien a antibióticos como la erictomicina. Ya existen antibióticos ante los cuales Legionella es sensible.

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