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El grupo Els Joglars presenta hoy "Laetius"

Esta noche el grupo Els Joglars presenta en el teatro Bellas Artes (Centro Dramático Nacional) su nuevo espectáculo Laetius, una parodia sobre la sociedad actual a través de insólitos y corrosivos personajes posnueleares. «Laetius es un personaje detritus, salido de la basura -en este caso, de la basura atómica-, que admite varias lecturas, desde la humorística hasta la metafísica», explica el director de Els Joglars, Albert Boadella.

«Nuestro teatro es un espectáculo de residuos», añade, «porque usamos todo lo que otros tiran: signos, gritos, movimientos y nuevas formas de lenguaje. En este sentido nos sentimos unos auténticos bichos ecológicos dispuestos a avivar la polémica actual sobre un teatro anclado en el siglo XVII y en el que Els Joglars interpreta el papel de revulsivo».Mitad hombre, mitad insecto erguido y elegante, Laetius es un espejo irónico de nosotros mismos. Su montaje ha costado unos siete millones de pesetas, resarcidos simbólicamente por el reciente Premio Ciudad de Barcelona (250.000 pesetas) concedido al nuevo espectáculo. Aunque Laetius se ha representado en Cataluña, Valencia, País Vasco, Mallorca y Carcasona -«y hasta en la fiesta mayor de pueblos muy pequeños», señala Albert Boadella-, el Laetius madrileño será la versión más pulida del espectáculo.

Revisión constante

«A mí me gusta revisar constantemente la obra y contrastarla con la reacción del público. Suelo sentarme entre los espectadores y a veces hasta grabo los momentos más significativos para. retocarlos o potenciarlos más tarde. Los actores tiemblan cuando me ven aparecer anunciando cambios... Ten en cuenta que antes de su estreno ya habíamos ensayado Laetius dúrante cinco meses». La compenetración entre los cinco actores y la obra es tal que «sería imposible sustituir a alguno de ellos, ya que entonces el espectáculo cambiaría necesariamente, porque las vivencias del actor son intransferibles».

Los veinte días que van a actuar en Madrid sólo habrá una única función. «Los actores deben llevar la cara tapada durante largo tiempo y sería físicamente imposible hacer dos funciones. Preferimos reservarnos al 100% en una sola actuación, para poder compartir con el espectador hora y media de sentimientos y sensaciones y no sólo de reflexiones intelectuales. Lo nuestro es lo más opuesto al teatro de tresillo».

Una feliz novedad de Laetius en su representación madrileña es la traducción al castellano de los escasos parlamentos que lleva esta obra esencialmente visual y colorista. «La traducción al castellano no nos ha planteado ningún problema, porque ahora tenemos menos interés que hace cinco años en demostrar que nuestra lengua catalana existía. Ahora nuestra lengua está normalizada dentro del Estado y es lógico que se traduzca al castellano cuando se representa en Madrid».

Vida y profesión

La presentación del espectáculo en Madrid coincide con un importante acontecimiento familiar para Boadella, pendiente del nacimiento de su hijo y con un pie en Madrid y otro en Barcelona. «He venido a Madrid para el estreno solamente, porque Dolores sale de cuentas el 25 y además tal vez le tengan que hacer la cesárea», cuenta Albert, con rostro preocupado. No hay dicotomía, sin embargo, entre la vida personal y profesional de un hombre como Albert Boadella, identificado con su papel esencial de hombre de teatro. «No hay un muro entre mi vida y el teatro, porque es la vida la que genera mi teatro. Yo tengo una actitud de distanciamiento y a la vez de ironía respecto a la gente que me rodea. Así, la sociedad hace teatro delante de mí y cuanto más serios y trascendentes aparentan ser los personajes más risa me dan y más me divierten. Y es esa impresión divertida la que me hace convertirme en su bufón y presentarles sus propias actitudes en forma de teatro».

Hasta sus diversas peripecias en relación con La Torna y especialmente su estancia en la cárcel las considera eminentemente teatrales. «Asumí mi papel de una manera tan absoluta que si hubiese continuado un mes más en la cárcel me hubiera suicidado-, creo que era el final redondo, el colmo de tina situación tan teatral como aquella. Lo digo absolutamente en serio, porque yo no pretendo más que hacer la función asignada de bufón lo más seriamente posible».

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