Caritas de Alemania despide a un español por aplazar su matrimonio canónico
Las veintidós diócesis de la República Federal de Alemania según el obispado de Fuida, sede de la Conferencia Episcopal de este país, están pendientes del «caso» Vicente Ballester, un español que, por negarse a contraer matrimonio canónico, ha sufrido recortes de sueldo y, últimamente, ha quedado despedido como asistente social al servicio de Cáritas.
Ballester, cristiano militante, miembro activo de iniciativas en favor del reconocimiento de los derechos de los extranjeros, es el primer ciudadano no alemán al que la ciudad de Kassel, en que reside, le ha otorgado la medalla del municipio en agradecimiento a sus esfuerzos para acercar a extranjeros y alemanes. Tal distinción tuvo la correspondiente réplica en España: Moncada, su pueblo natal, en la provincia de Valencia, decidió concederle también su propia medalla.
Matrimonio "desordenado"
La asociación caritativa de la Iglesia católica alemana Cáritas, que le había propuesto en Kassel para esta distinción, ha decidido ahora despedirle con efectos del próximo día 30. Según se le comunicó por escrito el pasado 25 de junio, Vicente Ballester «ha violado culposamente su deber de lealtad respecto de su empresario eclesiástico, al negarse a sellar su voluntad de matrimonio de una manera efectiva dentro de las normas del derecho canónico». Esta postura, según Cáritas, le hace indigno de «atender a los jóvenes extranjeros en el espíritu de la doctrina eclesiástica». En la extensa carta de despido remitida por el organismo, se le dice también que «al vivir un matrimonio desordenado, desde el punto de vista de la Iglesia, usted demuestra, conscientemente o no, estar en contra de principios elementales de la fe y costumbres de la Iglesia». Un mes después, Cáritas volvía a escribir al asistente social diciéndole que la decisión de despido había sido adoptada por el consejo diocesano de Fulda.Desde que Vicente Ballester, de 31 años, y su esposa, Amalia, de veintitrés, contrajeron matrimonio civil y decidieron aplazar su boda canónica hasta poder trasladarse a Valencia con este motivo, Cáritas decidió recortarles el sueldo. En el acto de avenencia la organización asistencial le ofreció un sueldo de 3.000 marcos -el doble de lo que percibe actualmente- si se decidía a dar el paso, a lo que la pareja afectada contestó que no aceptaba casarse bajo presiones de tiempo ni laborales.
Los representantes de Cáritas haciendo gala de su celo pastoral, llegaron a proponerle formalmente una triple opción, con tal de que Ballester decidiese en un plazo máximo de veinticuatro horas: Vicente y Amalia se casarían ante el presidente de Cáritas de Kassel. Cáritas estaba dispuesta a pagar de sus fondos los billetes a ambos para que se fueran a Valencia a contraer matrimonio eclesiástico. O, en su lugar, pagaría el viaje de los padres de la pareja para que viniesen a la RFA con el fin de asistir al mismo acto en Kassel. Al interpretar los interesados esta oferta como presión del organismo, Cáritas reiteró su despido, a pesar de una larga serie de protestas y de bajas en la nómina de españoles que cotizan parte de sus impuestos al aparato eclesiástico.
Celo ortodoxo
El caso de Vicente Ballester no es único en la RFA. «Irregularidades» de Estado han dado pie, en las últimas semanas, a los obispos alemanes a decidir la exclusión de sus cátedras de un catedrático de Sociología y de dos profesores de Teología, seglares. En el caso de uno de ellos, el doctor Michael Lattke, de la facultad teológica de Augsburgo, el obispo diocesano, Josef Stimpfle, alega, a modo de justificación, que la medida se adoptó al negarse el profesor a bautizar a sus hijos, de nueve y once años.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.