¿Dónde está la emoción?
Plaza de toros de Bilbao. Tercera de feria. Media entrada. Lluvia. Toros de Juan Pedro Domecq, bien presentados, astifinos. Primero, segundo y tercero, nobles e inválidos. Cuarto, quinto y sexto, encastados y con poca fuerza. Angel Teruel: estocada casi entera desprendida y atravesada (silencio). Dos pinchazos y media desprendida (silencio). Niño de la Capea: estocada desprendida (aplausos). Estocada arriba (aplausos). Mario Triana: estocada arriba y descabello (oreja). Entera desprendida (oreja).
Una de las coordenadas por las que debe pasar inexcusablemente una corrida de toros es por la emoción, la emoción del toro, la emoción que transmite algo a los tendidos, y si no se da, nos quedamos con un espectáculo anojino, como lo fue la primera parte de la corrida de Juan Pedro Domecq, con tres inválidos tontos a los que les sobraba la salida del picador a la plaza. Pero cuando va y sale un toro con problemillas, como el cuarto, astifino, que empieza a animar el cotarro, y sale un matador con experiencia y técnica, como Teruel y no puede con él, aburriendo incluso al toro, se nota en la plaza una especie de decepción silenciosa que ahoga el interés inicial por el toro. El perfilerismo, la muleta retrasada, el no cruzarse es algo tan común que incluso llega al tópico. Y no vamos a centrar todo en Teruel, porque el Capea le hizo la perfecta collera con más voluntad, es cierto, pero sin saber resolver los problemas derivados de la embestida con la cara alta del quinto toro.
Así, el público, cuando ve un señor vestido de luces salir con voluntad, ganas, y ve un toro que transmite, como el sexto, se vuelca, y ese hombre, en este caso Mario Triana, ayer, o Tomás Campuzano, el domingo, sale con la oreja en la mano. Y ya van dos baños de los noveles a las figuras, y es que la gente no es tonta.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.