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Moncho Alpuente: "Soy el antiespecialista, un ser absolutamente disperso"

Entrevista con el compositor y cantante

Hay personas con una especial capacidad para involucrarse en las más variadas actividades, desafiando con ello las más sagradas reglas de la especialización, y el que la sigue la consigue. Una de esas personas, tan extrañas aquí como en cualquier parte, es Moncho Alpuente. Teatrero, cantante, escritor, periodista, televisivo, rojo y underground, Moncho ha seguido la técnica (rara) de ir dejando las cosas según le iban aburriendo, y ahora el crítico vuelve a ser criticable; esto es, como músico, a través de un elepé, llamado Souvenirs, y que es un poco eso: recuerdos de muchas épocas y de sí mismo.

¿Cuál es la motivación que le ha impulsado a plastificarse de nuevo, como antes, con Desde Santurce a Bilbao Blues Band, de glorioso y caótico recuerdo?«Lo cierto es que, a lo largo de estos años, yo no he dejado de escribir letras. Las hacía, las ponía una música mental o un estilo en el que podían ir y las guardaba. La mayor diferencia entre éstas y las de épocas anteriores es que me salían desde dentro, algo menos periodísticas, por decirlo de alguna forma Así, iba recogiendo las cosas que me interesaban en cada momento, tal vez sin tener muy claro lo que iba a hacer luego con ellas».

«El caso es que yo antes nunca había sido un cantante profesional, sino un chico que hacía canciones graciosas y las cantaba. Con todo, durante mucho tiempo no he ido a conciertos; cada vez que acudía a uno me entraban unas ganas terribles de subir allí. De manera que: en cuanto tuve la oportunidad de trabajar con un músico (Alberto Gambino), vi claro que podía hacerlo. Eso sí, con un planteamiento más profesional, porque también era evidente que ya no cuentas con la complicidad del personal, como ocurría antes».

¿Y cuál es ese personal?

«En realidad, casi cualquiera. Se trata, sobre todo, de no traicionar a la gente. Existe una diferencia grande entre un público de discoteca, que todo lo que quiere es rock, a otro de un festival o un concierto en un teatro. En unos sitios puedes hablar; en otros, no; en unos puedes soltar todo tipo de canciones, y en otros, únicamente las más rápidas... De manera que vamos a montar un par de repertorios diferentes, lo que al final nos da un público potencial muy, amplio ».

Pero está claro que las canciones tienen unas letras, vaya, que las letras es lo fundamental en algunas de esas canciones.

«En general, el público, se va a quedar con la superficie. La raza de público interesado existe, pero las ocasiones para escuchar tranquilamente son escasas. Hay letras que son un chiste, pero también algo más.... que tienen una segunda lectura, vaya. Pero, en definitiva, de lo que se trata es de que la primera, la segunda o la cuarta lecturas sean divertidas».

¿Existe una cierta identificación del grupo con la persona del solista? ¿Va a montarse algún tipo de espectáculo?

«Hombre, sí. Vamos a ver si podemos jugar más con el espacio, con los trajes o el maquillaje. En cada caso, yo incorporo un personaje, del que trato de escapar como puedo, creando así un distanciamiento entre yo mismo y ese personaje. Las canciones se hilvanan con textos que pueden ir desde referencias al papa Wojtila hasta los graves sucesos de las revistas del corazón o cualquier otra cosa. En cuanto a la música, lo que tratamos es conseguir una identidad como grupo, sin estar sometidos a un estilo ni a un tipo de canción. O sea, y salvando las distancias, algo como lo de Frank Zappa. Creo que tardaremos un tiempo en conseguirlo, porque todo se especializa cada vez más, y yo soy el antiespecialista, un ser disperso y que finalmente hago aquellas cosas que me interesan, me importan y me divierten ».

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