Se suicida en la cárcel de Segovia un objetor de conciencia acusado de desfalco
Jorge Rafael Benayas Manzanares, veintidós años, objetor de conciencia y ex jefe de cuentas de ahorro de la Caja de Ahorros de Segovia, se suicidó ayer por la tarde en la cárcel de esta ciudad, donde estaba recluido desde el pasado 10 de enero, como presunto autor de un desfalco de treinta millones de pesetas, en el que negó su participación en todo momento. Benayas huyó a Francia a finales del año pasado para rehuir el servicio militar, pero volvió para presentarse voluntariamente a la policía al conocer la acusación que había contra él. Estuvo en la cárcel seis meses sin auto de procesamiento, protagonizó dos intentos de suicidio y realizó una huelga de hambre de veintitrés días, tras la cual tuvo que ser sometido a cuidados intensivos.
La Caja de Ahorros de Segovia denunció, a finales de 1979, a Jorge Rafael Benayas, que había ocupado el cargo de jefe de Cuentas de la entidad, por considerarle responsable de la apropiación de treinta millones de pesetas por medio de un talón falsificado. Según las primeras informaciones facilitadas por fuentes de la Caja de Ahorros y la policía, el 10 de noviembre de 1979 Benayas, que llevaba pocos días destinado en Segovia, acudió a la sucursal del Banco de España y presentó un cheque por valor de treinta millones de pesetas con cargo a la cuenta de la Caja Postal de Ahorros. El dinero le fue entregado de inmediato.Siempre según las mismas fuentes, Jorge Rafael Benayas no regresó a su puesto de trabajo ese día ni los siguientes, por lo que se entró en sospechas sobre las posibles causas de su desaparición. Al inspeccionarse las cuentas bancarias se comprobó la presunta apropiación indebida. Aunque el presunto desfalco se produjo el 10 de noviembre, hasta el 31 de diciembre no hubo ninguna comunicación oficial. Esta se produjo mediante una nota de la comisaría de policía de Segovia.
Las primeras informaciones sobre el tema se publicaron en la prensa el 2 de enero de este año, e inmediatamente Jorge Rafael Benayas llamó desde Francia a EL PAIS para desmentir categóricamente su participación en el delito del que se le acusaba. En su conversación con un redactor de este periódico dijo que llamaba mientras esperaba un tren para dirigirse a Madrid y presentarse en la Dirección de Seguridad del Estado.
Benayas explicó que su salida de España era perfectamente conocida por sus superiores en la Caja Postal de Ahorros, y que estaba motivada por su condición de prófugo, ya que no había acudido a las requisitorias de la autoridad para cumplir el servicio militar.
«Demandaré a los responsables de la Caja Postal por difamación», dijo.
El fallecido ayer afirmó que no se explicaba la acusación de haber desaparecido con treinta millones retirados del Banco de España, cuándo, según él, «la Caja Postal de Ahorros de Segovia no ha tenido depósitos superiores a los dos millones en el Banco de España, como es documentalmente comprobable». Por otra parte, dijo que para retirar ese dinero era preceptiva la firma del delegado provincial de Correos en Segovia, en este caso Juan Gutiérrez Lanza, además de la suya.
Jorge Rafael Benayas manifestó en declaraciones a Diario 16 que, como se puede comprobar, estuvo acudiendo al trabajo hasta el 16 de noviembre de 1979, fecha en que, por prescripción facultativa y debido a una bronquitis, el médico de cabecera le extendió la baja, lo que fue notificado a la empresa por los cauces habituales.
Huida a Francia
Cuando se encontraba convaleciente en su domicilio, Benayas recibió, el 19 de noviembre, una notificación oficial de la Caja de Reclutas de Segovia, en la que se le decía que habían prescrito todas sus prórrogas militares, por lo que debía incorporarse de inmediato al Centro de Instrucción de Reclutas (CIR) de León. Al ser objetor de conciencia optó por huir a Francia y escribió una carta al administrador general de la Caja Postal de Ahorros, Antonio Díez de Miguel, en la que solicitaba una excedencia por el plazo necesario hasta que no se viera en la obligación de cumplir el servicio militar.El 10 de diciembre del año pasado recibió en su domicilio francés un oficio de la administración general de la entidad bancaria, en el que se le notificaba la apertura de un expediente por abandono del puesto de trabajo, ya que la legislación vigente no contempla la objeción de conciencia como un motivo para ello. Cuatro días más tarde, Jorge Rafael Benayas respondió con un pliego de descargo en el que explicaba, una vez más, los motivos de su fuga. En su conversación con periodistas indicó que creía que se trataba de una maniobra para detenerle y entregarlo a la autoridad militar más que de un verdadero desfalco.
El 5 de enero, el fallecido ayer se presentó ante la autoridad judicial, que, al no tener cargos en su contra, le dejó en libertad. Entonces se presentó en la Dirección de Seguridad del Estado. Funcionarios de la comisarla de Segovia se trasladaron ese mismo día a Madrid para tomarle declaración y trasladarlo a la capital segoviana, en cuya comisaría permaneció hasta media mañana del día 8 de enero. Tras prestar declaración ante el juez de instrucción, éste decretó su puesta en libertad. «Puede que alguien se haya aprovechado para cargarme el muerto», dijo Benayas.
Días más tarde, el juez de Segovia dictó auto de prisión contra su persona, pese a que el informe caligráfico policial indicó que su firma había sido falsificada y que no fue reconocido como portador del talón ni por los empleados del Banco de Santander ni por los del Banco de España.
El 10 de junio de este año inició una huelga de hambre, en protesta porque llevaba cinco meses y medio encarcelado sin auto de procesamiento y el juez denegaba las solicitudes de libertad provisional presentadas.
Según su defensor, José María Mohedano, la ideología libertaria de Benayas y su situación de prófugo le convirtieron en chivo expiatorio del delito cometido, como, a su juicio, lo probaban las ocultaciones efectuadas por la Caja Postal de Ahorros.
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