Peter Sellers murió víctima de una de sus crisis cardiacas
Peter Sellers, el inolvidable inspector Clouseau de La pantera rosa y otras cincuenta producciones cinematográficas, falleció en la madrugada de ayer a consecuencia de un ataque cardiaco. Su corazón, descrito por el actor como «su único enemigo conocido le falló a las 12.28 de la madrugada del jueves (13.38, hora de Madrid) en el hospital de Middlessex, de Londres, donde fue trasladado el pasado martes. Peter Sellers tenía 54 años.
En el momento de la muerte se encontraba a su lado su cuarta mujer, la actriz Lynne Frederick, que había llegado de Los Angeles por la tarde al serle comunicada la gravedad de la dolencia que afectaba a su marido. «Ni siquiera me ha reconocido», manifestó a los periodistas.El veterano actor, muchos de cuyos filmes son considerados ya como clásicos de la cinematografía universal, llegó a Londres la pasada semana para pasar una temporada de vacaciones y reunirse con sus antiguos compañeros de la serie cómica de la BBC Goon, que le catapultó a la fama. El pasado martes sufrió un paro cardiaco cuando se encontraba en el hotal Dorchestar y tuvo que ser, reanimado por medio de masajes cardiacos y mediante la aplicación de la respiración boca a boca.
Trasladado al hospital Middlessex, uno de los más famosos de Inglaterra, fue internado en la unidad de cuidados intensivos en estado de coma, M que no logró salir. El lacónico comunicado del hospital se limitó a decir que «Peter Sellers había fallecido de causas naturales al fallar su corazón, tras un repentino empeoramiento». Sus restos mortales serán incinerados el próximo sábado en el crematorio de Golders Green, un barrio residencial judío del norte de Londres.
Desde 1964, su corazón se había convertido en su «espada de Damocles». En ese año, el actor sufrió su primer ataque cardiaco, que le tuvo inmovilizado durante varias semanas. Trece años después, en 1977, tuvo su segundo y los médicos decidieron colocarle un marcapasos. El pasado año, Peter Sellers tuvo que ser internado nuevamente en Dublin, con una nueva doIencia. «Los periodistas», acostrumbraba a decir el actor, «vigilan mi salud con tal intensidad que convierten cada uno de mis estornudos en un paro cardiaco».
Nacido de una familia de actores, en la localidad de Southsea, en la costa sur de Inglaterra, Peter Sellers consiguió fama nacional por sus intervenciones con los mejores actores ingleses en el programa de radio de la BBC Goon Show.
Comedia y tragedia
Uno de sus compañeros en el show, el actor Michael Bentine, calificó a Sellers «como uno de los más extraordinarios personajes vivientes». « Acostumbrábamos a reunirnos una vez a la semana para contarnos las cosas más disparatadas y sin sentido. Eran sesiones de risa interminable"
Harry Secombe, uno de los mejores cómicos del cine británico, y quizá su mejor amigo, comentó que, «aunque estábamos preparados, su muerte nos ha pillado de improviso. El único consuelo», añadió, «es que su memoria permanecerá viva gracias a sus películas y a sus discos».
El príncipe Carlos envió ayer un telegrama de pésame a la viuda, cuando se enteró de la muerte del actor, desde el yate real Britannia.
Como ha escrito un crítico británico, «la comedia y la tragedia han constituido el símbolo de la vida de Peter Sellers». Quizá la faceta trágica de su vida estaba representada en su azarosa vida matrimonial, que le llevó a cuatro enlaces, con una duración media. aproximada de cuatro años.
Divorciado de su primera: mujer, la actriz Anne Hayes, en 1963, al año siguiente Peter Sellers contrajo matrimonio con uno de los sex symboIs del momento, la actriz sueca Britt Ekland, para divorciarse de ella en 1968 y contraer matrimonio, un año más tarde, con Miranda Quarry, hija de un aristócrata británico y miembro de la jet society. El matrimonio se disolvió a los cuatro años y, en 1977, el actor se volvió a casar con otra actriz, Lynne Frederick, su actual viuda.
Magnífico imitador y amigo de la improvisación, fue quizá esta última cualidad la que le impidó realizar grandes temporadas de teatro. «No aguanto», solía decir, «el repetir todas las noches el mismo papel». Y, precisamente por ello, Sellers era la pesadilla de guionistas y directores, que no sabían nunca qué elementos personales del actor había decidido introducir en la representación.
A pesar de su agitada vida y de su notorio afán de comprar todo lo que el dinero era capaz de proporcionar, coches lujosos, yates innecesarios, propiedades en dos continentes, Peter Sellers fue siempre un gran solitario, quizá por no haber podido nunca interpretar al verdadero Peter Sellers.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.