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Calvo Sotelo pide a la CEE que se avance hacia la adhesión de España, sin condiciones previas

Soledad Gallego-Díaz

El ministro para las Relaciones con las Comunidades Europeas, Leopoldo Calvo Sotelo, realizó ayer una declaración política ante el presidente de turno del Consejo de Ministros de la CEE, el luxemburgués Gaston Thorn, en la que pidió que la Comunidad responda con claridad «sobre las vías para que esta conferencia negociadora» -único lugar en el que todos los pro blemas de la adhesión de España deben ser planteados y pueden en contrar una solución suficiente avance sin tropiezos ni condiciones previas hacia el tratado de adhe sión». Calvo Sotelo aludía así, en términos más duros que en la última sesión negociadora a nivel ministerial, el pasado 22 de abril, a las declaraciones del presidente de la República Francesa, Valéry Giscard d'Estaing, ante la asamblea de agricultores galos. De la declaración política realizada ayer por Calvo Sotelo parece desprenderse que el Gobierno español ha decidido no aceptar la posición comunitaria -no expresada directamente, pero extendida en todos los medios de la CEE-, según la cual España debe actuar con pragmatismo y negociar los capítulos que no están afectados por la negociación interna de los nueve; es decir, excluir momentáneamente los aspectos fundamentales del capítulo agrícola. «Consideramos», dijo Calvo Sotelo, «que la negociación debe continuar sobre todos los temas que inicialmente convinimos en la sesión de 15 de junio del año pasado».

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El ministro español insistió en que la negociación no puede ser concebida más que como un todo: «Este enfoque global quedaría gravemente comprometido si no se abordasen en los meses próximos los capítulos pendientes». Según Calvo Sotelo, las negociaciones han avanzado con provecho en algunos sectores, «pero con desequilibrios y retrasos en otros, como el agrícola, cuya situación actual justifica las advertencias que he hecho en distintas ocasiones».

En su intervención, Leopoldo Calvo Sotelo introdujo claramente un nuevo elemento que hasta ahora el Gobierno español parece haber mantenido «en reserva»: la negociación no es un problema técnico, sino político. Si se perturba su normal desarrollo, se podría hacer creer a los españoles que los países de la CEE les siguen tratando como cuando España no era una democracia. Sería, a juicio del ministro español, una seria responsabilidad para los nueve.

«Las instituciones democráticas y esta vocación europea», dijo Calvo Sotelo, «han estado durarte muchos años unidas en la ilusión de los españoles: para no frustrar esa ilusión, que será en su día un valioso acerbo comunitario, es esencial que no se introduzcan en el proceso negociador incógnitas o incertidumbres ajenas a su propia dialéctica, que si perturban su normal desarrollo podrían originar incómodos procesos dé intención».

«Si realmente ha dehacerse una nueva Europa», añadió, «hágase desde ahora con España. Otra conducta supondría una prolongación, en cuanto a la adhesión se refiere, del tiempo en que circunstancias políticas mantuvieron a España fuera de la Comunidad, y no creo que nadie quiera aceptar hoy esa responsabilidad».

Calvo Sotelo reconoció que existían serios problemas internos, y recordó que el Gobierno español quiere ser «informado y escuchado». «Espafía», dijo, «quiere y debe ser asociada al proceso de reflexión interno de la CEE, y quiere también, un calendario, "como el que ha venido pareciendo posible y razonable", que anime el esfuerzo de adaptación de España a la Comunidad».

Distintas interpretaciones a la respuesta comunitaria

La Comunidad Económica Europea no ha aclarado suficientemente su posición respecto al contenido de la adhesión de España, ya que el documento que hizo público ayer permitió, al menos, dos interpretaciones diferentes: la del ministro español Calvo Sotelo y la del secretario de Estado de Asuntos Exteriores de Francia.

Para el ministro español no se dice en ningún momento que la negociación con España exija la previa solución de los problemas estructurales de la Comunidad. «Me felicito, precisamente, de que no existan esas condiciones previas, que el Gobierno español consideraría inaceptables».

El texto comunitario introduce, sin embargo, una distinción entre dos apartados de la negociación: agricultura y pesca, por un lado, y todo lo demás, por el otro. Reconoce que los trabajos como agricultura y pesca no han sido aún iniciados, y afirma, a renglón seguido, que no se pueden ocultar las dificultades objetivas que comportan esos dos informes. La Comunidad habla de «importantes trabajos preparatorios» antes de que la CEE fije su posición en estos dos capítulos, y afirma que ya se han iniciado en el caso de la agricultura. La palabra «preparatorio» podría indicar, desde el punto de vista francés, una cierta prioridad, de forma que sin esos trabajos, finalizados y satisfactorios para los nueve, no sería posible encontrar soluciones a los problemas que plantea España.

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