En el año octavo de la revolución saharaui
La reciente cumbre de la Organización para la Unidad Africana, en Freetown, capital de Sierra Leona, ha supuesto para el Estado saharaui, la RASD, el reconocimiento político y diplomático por una mayoría de países del continente. Según las crónicas, Marruecos, principal encausado ante la opinión pública africana por su ocupación militar del Sahara occidental, ha conseguido impedir el reconocimiento de la RASD por la organización, de tal manera que todavía no puede hablarse de un Estado africano -el saharaui- número 51.Frente al argumento reivindicativo saharaui en torno al artículo 27 de la Carta de la OUA, que señala la mayoría simple para la admisión de nuevos Estados miembros, Marruecos ha enarbolado el artículo 28, que prescribe una mayoría de dos tercios... Esta maniobra afortunada, junto a la amenaza de retirarse de la organización, puede su poner un respiro diplomático para los ocupantes de un territorio aún sin descolonizar. Pero la cumbre ha insistido en una reunión específica para acometer el conflicto en breve plazo. ¿Hasta cuándo eludirá Marruecos la discusión del fondo del asunto? ¿Quién duda que la RASD también conseguirá -en uno o dos años- esos 33 países que requeriría la opción más cualificada del artículo 28?
En un año, el Ejército marroquí puede tener otras 3.000 ó 4.000 bajas. En una guerra cruenta y larga, en la que la iniciativa sigue estando de la parte de los combatientes saharauis, puede producirse un Dien Bien Fu en cualquier momento, incluso en territorio jurídicamente marroquí. En cualquier caso, la décima parte de aquellas familias que participaron en la marcha verde han sufrido ya alguna baja entre sus miembros, sobre un desierto lejano y hostil.
Frente Polisario: una larga serie de conquistas
Del lado saharaui están todas las revoluciones triunfantes y prestigiosas del continente. Del lado marroquí, siete países amenazaron con retirarse de la OUA si ésta admitía a la RASD: siete que se cuentan entre los más conservadores y dependientes de Occidente entre todos los africanos. Resultó muy interesante el enfrentamiento entre los dirigentes mozambiqueno y marroquí -Machel y Buabid- relacionando los temas saharaui y surafricano. Machel, después de tachar a Marruecos de «colonialista» y «genocida». fue acusado por Buabid de mantener relaciones «vergonzosas», comerciales y técnicas, con Suráfrica, cuando se sabe que el Ejército marroquí emplea armamento surafricano contra los saharauis y acoge en Rabat la oficina del UNITA. movimiento guerrillero que, apoyado en Suráfrica y la CIA. combate el régimen angoleño.
Mientras las instancias internacionales van dando pie a la afirmación progresiva de la causa saharaui. la guerra en el desierto sigue dando disgusto tras disgusto al Ejército marroquí. Mientras el Frente Polisario se enfrenta a la piratería y el saqueo en sus aguas -una vez bloqueada totalmente la extracción de fosfatos en Bu Craa-, España continúa atenazada a sus herencias imperiales en la costa marroquí, que hipotecan y deforman nuestra política norteafricana.
La hora de los traumas
Durante la cumbre de Freetown, el diario Le Monde recogía, en seis páginas de publicidad, el alegato inteligente y hábil de las reivindicaciones marroquíes. La preocupación marroquí -la angustia del régimen- ante la reunión que iba a contemplar, muy probablemente, la apoteosis del Frente Polisario no ha sorprendido a los que consideran que el conflicto del Sahara está íntimamente unido a la supervivencia de un régimen saturado de contradicciones. En este sentido, el relato infame y despectivo de los primeros reconocimientos africanos de la RASD o las entrevistas con revolucionarios ex combatientes e historiadores han cuidado de separar lo que constituye -según esta publicidad- un afán histórico del pueblo marroquí y lo que podría constituir, en esencia, la última baza de una monarquía con problemas. Nadie ignora que el Sahara occidental ha sido reivindicado por Marruecos desde hace tiempo, aunque esto diste mucho de constituir base para pretendidos derechos (que encubren una frustración, también secular, de los sultanes alauitas).
Importantes repercusiones políticas sobre Marruecos
A estas alturas no tiene demasiado mérito pronosticar que existirá un Estado saharaui reconocido por Africa y la comunidad internacional. Pero no se puede ignorar también que el trauma de la renuncia a estos territorios podrá tener repercusiones muy importantes en Marruecos a todos los niveles (dinásticos, políticos y sociales). En este sentido, la verdadera internacionalización del conflicto está pendiente, si Estados Unidos decide considerar la estabilidad del régimen marroquí como sustancial para sus intereses en Africa y el Mediterráneo. De ahí que la prolongación del conflicto seguirá envenenando las relaciones entre los países del área.
En tanto Rabat va quedando aislado con sus razones, frente a la mayoría africana, Argelia comprueba con satisfacción que su actitud de apoyo inicial está ya avalada por una mayoría de paises, y Mauritania se separa definitivamente del reparto de Madrid, convirtiendo a Marruecos en el saqueador de Ued Dahab. España, por su parte, sigue indecisa y temerosa: el trauma de Ceuta, Melilla y los peñones se presentará con toda su crudeza en el momento en que Marruecos se encuentre en su peor trance político interno, que puede presentarse en los próximos meses. El reconocimiento de la realidad política, militar y diplomática que es la República Arabe Saharaui Democrática habrá costado a España -cuando se vea obligada a hacerlo- uno de los más altos precios de todo el proceso de reconversión en una democracia coherente, dotada de objetivos y política internacionales.
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