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Estados Unidos no considera a España como aliado para la cesión de tecnología de armamento naval

La Armada española está realizando, en estos momentos, notables esfuerzos paja enderezar el desventajoso contrato firmado, hace unos tres años, con Estados Unidos para la compra de tres fragatas tipo FFG-7 y un portaviones tipo PA-11. El valor aproximado de las tres fragatas es de 28.000 millones de pesetas (unos 400 millones de dólares) y están en juego para los industriales españoles contrapartidas de producción de cerca del 30%. Las autoridades norteamericanas se han opuesto hasta ahora a la concesión de las habituales contrapartidas, acogiéndose a la directriz PD-13 del presidente Carter por la que se prohibe la cesión de tecnología a países que no sean aliados suyos.

Estas compensaciones a la industria nacional, especialmente en el sector de la electrónica, en el que España puede tener un cierto futuro a nivel de exportación, son motivo de negociaciones intensas entre ambas Marinas debido a que los contratos se hicieron de manera desventajosa para España por el sistema de ventas militares (Foreign Military Sales) por el que el Ministerio de Defensa de EE UU actúa como vendedor intermediario de productos fabricados por empresas privadas.Autoridades de la Marina española han realizado varios viajes en lo que va de año para asistir a reuniones en Washington con los Departamentos de Defensa y de Estado norteamericanos. Nuestra Armada trata ahora de conseguir que se fabrique en España la mayor parte del equipo electrónico de armamento de estos buques, lo que puede suponer el 40%, aproximadamente, de su valor total.

La respuesta norteamericana, hasta el momento, ha sido negativa por no encontrarse España -pese a las bases de Torrejón, Morón y Rota- entre los países considerados como aliados para la cesión de tecnología de armamento. Para Estados Unidos son aliados a estos efectos los países miembros de la OTAN, Australia, Japón y Nueva Zelanda. Para que otro país «no aliado» reciba esta compensación tecnológica se requiere la autorización expresa del presidente Carter.

Tras la última ronda de negociaciones, y en atención a las presiones de la Armada española, aduciendo la transferencia tecnológica prevista en el actual Acuerdo de Amistad, las autoridades norteamericanas han prometido, al parecer, estudiar la posibilidad de obtener la pertinente autorización del presidente Carter para aumentar nuestro porcentaje de nacionalización en el armamento.

Por otra parte, a estas alturas, y debido al retraso en la negociación y a no haber impuesto las contrapartidas antes de la compra en firme, el principal problema, puede consistir en convencer a las empresas privadas norteamericanas, fabricantes de los equipos de las fragatas, para que éstas cedan tecnología a empresas españolas. Las firmas norteamericanas más importantes que intervienen en el proceso de fabricación de estos buques de guerra son las siguientes: Hughes Aircraft, Raytheon, Sperry Univac, Sperry Systems Management, Hazaltine y McDonell Douglas.

De acuerdo con la IV Fase del Programa Naval, la Empresa Nacional Bazán ha sido la encargada por la Marina española de construir los buques con asistencia técnica de la Marina de Estados Unidos, a quien pertenecen los proyectos.

Se trata de unidades de gran envergadura preparadas para la guerra electrónica de los años ochenta (con un complejo y avanzado sistema de medidas y contramedidas electrónicas, útiles tanto para detectar y desviar misiles como para confudir al enemigo) y con algunas excepciones, prácticamente todos los sistemas de armas -que es lo importante- serán fabricados en Estados Unidos.

Los detractores del contrato con la Marina norteamericana se preguntan si son realmente necesarias estas fragatas antes de intentar construir la proyectada fragata española 404 de Bazán o de continuar con el programa de corbetas y patrulleras que, según fuentes consultadas del sector, han tenido manifiesto éxito. Por otra parte, al tratarse de una serie cortísima de sólo tres fragatas, el coste resulta muy alto de cara a recuperar las inversiones precisas en el sector electrónico español.

Las autoridades navales españolas consideraron dentro del Programa Naval que estas fragatas eran las más apropiadas desde el punto de vista estratégico, y la Empresa Nacional Bazán cree, por su parte, que este contrato será muy beneficioso para España como paso intermedio para dar, más adelante, el salto tecnológico preciso para la construcción de la futura fragata 404 de los años noventa, genuinamente española y que podrá exportarse sin las limitaciones norteamericanas.

Entre las características técnicas de las FFG-7 destacan las 3.500 toneladas de desplazamiento y los 130 metros de eslora. Desde la firma del contrato hasta su terminación pasarán unos diez años y, en estos momentos, están en fase avanzada los 5.000 planos que los ingenieros españoles tienen que desarrollar a partir de un centenar de ellos comprados a la Marina norteamericana. Ya se han realizado los pedidos para suministros de materiales españoles de construcción del casco, línea de ejes, hélices, equipos de alojamiento, instalaciones interiores, etcétera, y las turbinas de gas (1.400 millones de pesetas cada una) han sido compradas a General Electric, que domina el 50% del mercado mundial.

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