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Curso de relaciones internacionales en la Universidad Menéndez y Pelayo

De los cuatro cursos con que la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), de Santander, inició su programación de verano el pasado miércoles, dos seminarios han dominado la atención de alumnos y público en general. El que sobre cuestión regional en Cantabria ha organizado el periodista Juan G. Bedoya y el dirigido por el rector de la UIMP, Raúl Morodo

Joaquín González Echegaray, director del Museo de Etnografía de Cantabria, hizo acopio de citas de autores romanos -un total de 153 han sido contabilizadas, así como un número igual de inscripciones y cerámicas- referentes a Cantabria. Estas numerosas referencias, muy superiores a las relacionadas con otras zonas del país, demuestran, a juicio del conferenciante, la existencia de una entidad político-social de rango superior, «llámese etnia, pueblo o nación, entendida esta última en su acepción clásica».Los límites de Cantabria, muy similares a los de la actual provincia de Santander, se mantienen durante la ocupación visigoda, y sólo se difuminan ante la invasión musulmana al establecerse una alianza con los astures para defenderse de ellos.

Situación que no duraría mucho tiempo, manteniéndose las constantes de libertad y de conciencia regional, así como sus límites geográficos, durante todo el medievo hasta la edad moderna. Este período, analizado por el doctor en Derecho y Filosofía y Letras Rogelio Pérez Bustamante, estaría determinado por la configuración de comarcas naturales y por la aparición de las merindades de las que analizó las cuatro más importantes de Cantabria: Liébana, Asturias de Santillana, Campoo y Trasmiera, siendo la más peculiar la de Liébana, que viene condicionada por su especial configuración orográfica.

El historiador Casado Soto, tercero de los conferenciantes del citado curso, partió del análisis de las constantes de identidad histórica, conciencia de esta y rasgos peculiares, que ya habían quedado demostrados en el análisis de la edad antigua y de la media y de su permanencia en la edad moderna. En su criterio, durante toda esta etapa, se mantienen los organismos tradicionales de autogobierno, cuyo núcleo básico era el concejo abierto que, a su vez, se federaba en entidades superiores para enfrentar conflictos que les desbordaban, y a su vez éstas en entidades mayores.

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