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Editorial:Dos conmemoraciones
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Picasso

HACE SIETE años y poco más de dos meses que murió Picasso, y dentro de algo más de otro año se celebrará el centenario de su nacimiento. Pero en realidad nada parece indicar que el gran pintor español, haya desaparecido. Todo lo contrario: la frecuencia y densidad de las actividades que tienen lugar estos tiempos en el mundo entero en torno a su obra y figura señalan con toda claridad que estamos ya en plena celebración de su centenario.Los homenajes se suceden, en una serie de acontecimientos que el arte no ha conocido en todos los siglos de su historia, de tal modo que la gran exposición de 1966, cuando el pintor cumplió los 85 años, organizada por André Malraux en el Gran Palais de París ya no es más que un pálido recuerdo. Picasso no llegó a asistir personalmente a aquella cor1memoración, pero el gran escritor y ministro de De Gaulle ya se había inventado el procedimiento para que Francia heredara de manera legal la obra picassiana: la dación de los herederos en favor del Estado francés para pagar los sustanciosos derechos de sucesión.

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Dionisio Ridruejo

Por aquel entonces, a pesar de algunos esporádicos esfuerzos, apenas se habló en España de la conmemoración, como se recuerda hoy en EL PAIS SEMANAL al lado de dieciséis páginas especiales que recogen una amplia muestra de la gran exposición que actualmente presenta el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en honor del pintor y como despedida de su obra más mítica, el Guernica.

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París, Nueva York, Florencia, Roma, otra vez París, que hace, un año presentaba una muestra antológica de lo que será el Museo Picasso, próximo a inaugurarse en el año del centenario. En el hotel Sàlé, en pleno corazón del Marais histórico parisiense, se recogerán 229 cuadros, 149 esculturas, 85 cerámicas, 1.496 pasteles y dibujos, más de mil seiscientos grabados, carnés de dibujos, monotipos, libros ilustrados y documentos y testimonios de la vida y obra del pintor y sus amigos: Derain, Giacometti, Max Ernst, Matisse...

¿Y España? Lo repetimos periódicamente: España esta en deuda histórica, moral, política y artística con uno de sus artistas más importantes, que también lo es del mundo y la historia universal. Si Picasso emigró a París en 1901, España le cerraba definitivamente sus puertas en 1939. Desde aquí se le ignoró, se le calumnió, difamó y se le regatearon mil y mil veces sus más elementales méritos y su significación universal. La España democrática de nuestros días tiene que borrar como sea las responsabilidades contraídas con Picasso por la España oficial de la dictadura.

Ya sabemos, eso sí, que el Guernica vuelve a España. Acontecimiento de natural especie, al que nadie se oponía, ni los herederos de Picasso ni el museo neoyorquino que durante tantos lustros lo ha cobijado, exhibido y honrado, culminando en la magna exposición actual. Pero tal vez este regreso sea lo de menos, y tiene un valor más simbólico que real. Por lo pronto, sólo sirve para politizar el asunto y dividir a los españoles: el lugar de residencia del mítico cuadro da lugar a polémicas y opiniones de todo tipo, a encuestas, iniciativas más o menos peregrinas, pero a ningun sentimiento de homenaje unitario. Lo quieren Madrid -y en Madrid varios lugares, desde El Prado hasta la plaza del conjunto Azca, pasando por el escuálido y descuidado Museo de Arte Contemporáneo, que asi se sentiría más museo, desde luego-, Barcelona, Málaga y Guernica mismo, a falta de más sugerencias. La división sigue siendo nuestro lema. Pero la vuelta del Guernica y las subsiguientes polémicas sobre su colocación, ¿habrán de sustituir al homenaje nacional que al pintor se le debe? El Gobierno destinará cien millones de pesetas para la conmemoración, y ya hay una comisión organizadora y otra de honor para presidirlo todo. Pero la fecha se acerca, todo son ainagos y nada sabemos de cierto todavía. Todo debe estar preparado para el pago de esta deuda, con el que España recobrará una parte de sí misma. Una buena parte de su honor, de su prestigio y de su dignidad.

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