La "cumbre" occidental culpa a la OPEP de la crisis económica
Los líderes de las siete naciones más industrializadas del mundo occidental ratificaron ayer en la cumbre económica de Venecia la política antiinflacionista recomendada por la OPEP, pero advirtieron que no se daría ningún tipo de solución al problema de la inflación mientras no se adopten medidas concretas y decisivas para resolver los acuciantes problemas energéticos.Una fuerte condena de la política de precios seguida por la Organización de Países Exportadores de Petróleos (OPEP), junto a un llamamiento meridiano en favor del desarrollo de la energía nuclear y otras fuentes alternativas del petróleo, componen el marco de decisiones prioritarias de esta cumbre occidental, que ha tenido lugar ayer y el domingo en la bella ciudad italiana.
Por primera vez, los siete líderes del mundo occidental proponen una serie de medidas para restringir el consumo de petróleo en Occidente. Entre éstas destacan los siguientes: doblar la producción de carbón en la próxima década, desarrollar al máximo las posibilidades de la energía nuclear, reconversión de los consumos y derivados del petróleo en otras fuentes energéticas y favorecer por medio de incentivos fiscales la restricción del consumo individual e industrial del petróleo. Todo ello permitirá el ahorro de quince a veinte millones de barriles diarios de crudo.
Un largo comunicado conjunto de más de once páginas y con 34 puntos diferentes, en el que sólo se abordan los temas económicos, ha puesto fin a una cumbre que, por ser el primer encuentro desde la invasión soviética de Afganistán, estuvo a punto de convertirse en un irreparable enfrentamiento político entre el presidente Carter, por un lado, y el francés, Valéry Giscard d'Estaing, por otro.
Al final, sin embargo, las aguas volvieron a su cauce, y hasta el canciller federal alemán, Helmut Schmidt, que había librado un fuerte mano a mano con el mandatario norteamericano, pudo resolver su conflicto particular por medio de una serie de declaraciones políticas, que fueron aceptadas por unanimidad por los siete grandes.
«El mensaje económico de esta cumbre de Venecia», dice el comunismo final, «es claro. La llave para el éxito en la solución de los principales desafíos económicos que el mundo hace frente es conseguir y mantener el balance entre la oferta y la demanda energética a unos niveles razonables y a unos precios tolerables».
La lucha contra la inflación, dentro de este contexto energético adverso, «es la prioridad principal inmediata, y además beneficiará a todas las naciones», dice el comunicado. Al margen de éste quedaron las presiones del premier italiano, Francesco Cossiga, para que se inicie una política de estímulo económico con posibilidades de que así se pueda resolver el alto índice de paro (24 millones de personas en la OCIDE), con la advertencia del presidente Carter de que, por su lado, Estados Unidos está decidido incluso a limitar más su tasa de crecimiento (en números rojos actualmente) para poder así controlar la inflación.
El comunicado añade en el terreno de la política económica que «son necesarias las restricciones monetarias y fiscales para romper las expectativas inflacionistas». No habrá crecimiento económico sano, creación de nuevos puestos de trabajo y un nivel de prosperidad aceptable en nuestros países, si antes no ponemos término a la carrera inflacionista, viene a añadir el comunicado.
Por unanimidad, los siete líderes también han dejado claro cuál es el origen de esta inflación. «Los sucesivos largos incrementos en los precios del petróleo, que no tienen ninguna relación con las condiciones del mercado, que han culminado con las recientes decisiones de algunos miembros de la OPEP en Argel, han producido la realidad de una mayor inflación y una inminente amenaza de recesión y desempleo». «Al mismo tiempo», recalca (los precios de la OPEP), «han eliminado,, en algunos casos destruido, las perspectivas de crecimiento de los países en desarrollo».
El hecho de que los siete grandes (Estados Unidos, Francia, RFA, Gran Bretaña, Canadá, Italia y Japón), con elecciones presidenciales cercanas en tres de los principales países, hallan encontrado un culpable para sus problemas económicos, deja claro cuál va a ser su política futura. En primer lugar, tratar de contener y evitar nuevos precios de crudo, lo que parece poco factible, y luego poner en marcha una serie de medidas que limiten una inflación importada.
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