Las gruesas anteojeras del diletantismo político
No le falta razón a Juan Goytisolo en su denuncia de un eurocentrismo que malogró múltiples iniciativas revolucionarias de cierta izquierda, ya «clásica» de puro vieja. Yerra, sin embargo, el celebrado fabulador a la hora de elegir su ejemplo, entre los mil a que alude, para el «tríptico» que titula Las gruesas anteojeras del orientalismo. Con incomprensión notoria del espíritu que anima al artículo publicado por mí en El Socialista de 25-11-1979, califica de antiislámico al «inconsciente» que aflora en él. A fin de evitar derroche de espacio y argumentaciones empalagosas, le remito al gran mufti de Libia para que éste le informe sobre mi actitud hacia el Islam.Toquemos ahora otro punto: esquivando la idea eje del artículo en cuestión, J. G. entresaca varias expresiones críticas que apliqué a los excesos cometidos por algunos de los participantes en la gran revolución islámica de Irán. Sabido es que los polemistas apresurados gustan de esgrimir frases y palabras sueltas, aisladas de su contexto, para volverlas contra el autor por ellos criticado. Y conocida es también su proclividad a manipular las frases entresacadas. Hay quien llama a esto deshonestidad. Compare el lector el texto original aparecido en El Socialista con las «muestras» que J. G. exhibe... Y juzgue por sí mismo.
Mi artículo comienza así: «El asalto a la Embajada norteamericana en Teherán y el masivo secuestro que siguió a la operación, perpetrada por jóvenes embriagados de Corán, son hechos que vienen a añadir una nota de torva originalidad a la revolución iraní ... ». Nada más lejos de mi ánimo sereno que atribuir responsabilidad rectora en un proceso revolucionario a personas «ebrias», ya sea por ingestión alcohólica, ya sea por sobredosis de ideologismo. Casi da igual. Los «embriagados» no llevan adelante revoluciones; son, a lo más, factores coadyuvantes, subordinados a otros de mayor entidad. Lo que sí sostengo es que para allanar sedes diplomáticas, conculcando normas casi universalmente aceptadas, es menester la embriaguez previa con algo.... aunque sea ideología.
Digo en otro apartado: «... Sus contradictorias premisas retro-progresistas revelan que nos hallamos ante una revolución atípica. Incluso cabría aventurar que se trata de una revolución sin método». El matizado lenguaje que empleo descubre, a quien sepa leer entre líneas, que nada tiene de escandalizada ni atónita mi reacción ante el magno hecho histórico que contemplo y hasta admiro, con las debidas reservas y sin anteojeras de ninguna clase.
Igualmente deja de captar Goytisolo el temor que expresé el 25-11-1979 ante la eventual reacción irreflexiva de Carter, temor que mi subconsciente tal vez quiso acallar, aferrándose a la esperanza de que el gran jefe blanco no llegaría a cometer la imprudencia de «huir hacia adelante y a destiempo con una acción militar cuyo fracaso está ya cantado». Lamentablemente, el buen juicio occidental «pinchó» una vez más, y así nos fue dado contemplar, estupefactos, la chapuza del pasado abril.
No tema J. G. que el socialismo español vaya a cometer errores «eurocentristas». Le sobran militantes familiarizados con las culturas extraeuropeas y, a la vez, tan libres de prejuicios racistas como el prestigioso e «independiente» fabulador que menos critica. Tal vez su independencia en lo tocante a disciplina partidaria sea el árbol que le impide ver el bosque de aconteceres complejos.
Algunos socialistas releemos semestralmente el Corán e incluso saboreamos `leyendo en árabe, por supuesto) alguna que otra sura de las más fáciles, reteniendo en la memoria e intentando salmodiar (en árabe, claro) los ayaat que mejor suenan a nuestro oído «europeo». A lo que no renunciamos es a nuestra legítima y connatural europeidad, abierta, eso sí, a toda iniciativa de ósmosis conceptual o sensorial, superadora de estériles endogamias culturales... o de cualquier otro signo. Incluso disculpamos, hasta el límite que aconsejan la prudencia y el buen tono, el revanchismo de «restauradores» crispados y demás hierofantes de etnocentrismos transeuropeos.
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