García Salve, condenado a seis años por un artículo calificado de injurioso hacia el Rey y la justicia
«Al paso que vamos, van a tener que abrir en la prisión de Carabanchel una galería destinada exclusivamente para aquellas personas condenadas por delitos relativos a la libertad de expresión», dijo ayer Francisco García Salve a EL PAIS, tras conocer la información publicada por la agencia Efe sobre su condena a seis años de prisión y dos meses de arresto, por un artículo publicado en El Imparcial hace dos años, considerado como injurioso contra el Rey y la Administración de justicia por la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Madrid.
Francisco García Salve, de 49 años, nacido en Sarlete de los Monegros (Zaragoza), jesuita durante veinte años, cura obrero en la construcción madrileña, secularizado luego y posteriormente casado, es padre de dos hijos. Pertenece a la dirección de Comisiones Obreras y al Comité Central del PCE.Aún no ha recibido la notificación de la sentencia, que supone la condena de mayor envergadura a un dirigente sindical comunista desde la muerte de Franco. Tampoco la ha recibido su abogado, Héctor Maravall, de treinta años, que defiende al «cura Paco» en otro proceso por su libro Yo creo en la clase obrera, por el que se piden tres años de prisión y cuatro meses de arresto y 450.000 pesetas de multa.
«En aquel artículo de El Imparcial», dice García Salve, «no injurié al Rey. Criticaba una prerrogativa real, la del indulto, que, a mi juicio, no debería existir. Algunos profesores de Derecho Pena¡ han escrito textos opuestos a esta modalidad de indulto», agrega.
Para Francisco García Salve «hay una avalancha terrible contra la libertad de expresión. Mi impresión es de anonadamiento. Estuve trece veces en la cárcel -en el proceso 1.001 me pidieron diecinueve años de prisión, que luego quedaron en cinco-, y el hecho de ir a la cárcel no resultaría nuevo para mí. Lo que realmente me preocupa es hacia dónde camina nuestro país después de haber luchado tantos tanto. Son centenares los periodistas que se hallan en procesos similares, y me apena profundamente este tremendo retroceso de las libertades».
"Pediría un indulto real"
«Si mi condena prosperase y tuviera que ir a la cárcel, como última paradoja le pediría al Rey un indulto real», dice García Salve, quien espera del Tribunal Supremo su absolución, «pero temo que no llegue ».
El abogado laboralista Héctor Maravall, al que tampoco le ha sido notificado el texto de la sentencia, se siente «perplejo». «La crítica institucional se encuentra dentro de la Constitución, por lo cual el tema resulta, como poco, sorprendente», afirma.
El artículo de El Imparcial, publicado el 24 de agosto de 1978 en una columna denominada El Futuro y con un titulillo donde se escribía El timo de los indultos reales, fue denunciado por el ministerio fiscal ante el Juzgado de Instrucción número 15, que rechazó la querella en dos ocasiones, para admitirla en una tercera fase. La pena solicitada, de seis años y un día y tres meses de arresto, quedó establecida por el tribunal en seis años y un día y dos meses de arresto, tras la vista celebrada el pasado día 11.
Insistencia
«Llama la atención el hecho de que tras las dos negativas de admisión por el Juzgado número 15 se produzca una insistencia de este tipo», dice Héctor Maravall, «aceIerada en los últimos meses. El último trámite denegatorio se remonta a junio de 1979, y, fue en diciembre cuando se dio luz verde al procesamiento. Recurriremos al Tribunal Supremo ».
«El estilo literario de mi defendido es llano y popular. Está acostumbrado a dirigirse a sus compañeros trabajadores, y tal vez sus términos resulten duros para los expertos, pero en ningún momento hubo injurias», subraya Maravall.
El letrado, que estudió la jurisprudencia relativa a los casos de injurias, destaca que no se han dado alusiones directas contra el Rey. «En el Aranzadi (colección de sentencias judiciales españolas) no hay un solo caso en que se haya condenado por injurias sin injurias directas al jefe del Estado. En esto», agrega, «la jurisprudencia es taxativa. Hubo procesos en los cuales se daba la condena por darse la injuria, pero se trataba de referencias directísimas. Es el caso, hace muchos años, de un hombre que ante una estatua ecuestre de un jefe del Estado dijo públicamente: "¿Quién es el burro, el de arriba o el de abajo", y fue condenado por ello. En nuestro país, el delito de injuria ha de ser castellano, cuando se llama asesino, burro o ladrón, por ejemplo, a la máxima autoridad de la nación, pero no es este, ni mucho menos, el caso».
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