Los sindicatos colombianos convocan un paro nacional
Las cuatro confederaciones sindicales más importantes de Colombia, agrupadas en el Conssejo Nacional Sindical (CNS) acordaron convocar a finales de este mes, un nuevo paro cívico nacional. Los dirigentes de la CNS aseguraron que más de un millón de trabajadores, incluidos funcionarios públicos se sumarán a la jornada.Los objetivos del paro son los mismos por los que, aisladamente, han venido luchando diversos sectores laborales colombianos en las últimas semanas: petición de aumentos salariales, protestas por la carestía de la vida y por la creciente represión, exigencia de que sean derogados el Estatuto de Seguridad Y el Estado de sitio.
El primer paro cívico nacional se celebró en septiembre de 1977, bajo el mandato del entonces presidente Alfonso López Michelsen. En aquella ocasión, y por presiones del ministro de Defensa, general Abraham Varon (actual embajador en Chile), el Ejército y la policía reprimieron con extrema dureza a los obreros en huelga. El saldo de la trágica jornada fue de más de cincuenta muertos, centenares de heridos y miles de detenidos. En represalia, el Movimiento de Autodefensa Obrera (MAO) mató al ministro del Interior, Rafael Pardo.
El clima de descontento popular causado por los altos precios de los artículos de primera necesidad y el desempleo, ha producido numerosos disturbios en las más importantes ciudades colombianas. Cali, Medellín y Bogotá son escenarios habituales, en los últimos días, de violentos enfrentamientos entre manifestantes y policías.
Los observadores creen que el Gobierno, en uso de las facultades que le otorga el denostado Estatuto de Seguridad, prohibirá las manifestaciones previstas por el paro cívico nacional.
De otra parte, la ocupación del templo católico Nuestra Señora del Buen Consuelo, en la localidad de Yumbo, a doce kilómetros de Cali, tomó anoche un nuevo vuelco cuando el grupo guerrillero M-19 reivindicó el hecho.
El M-19 es el grupo armado que realizó, el 27 de febrero pasado, la espectacular toma de la embajada dominicana en Bogotá, tomando como rehenes a un elevado número de diplomáticos y permaneciendo en la sede diplomática por espacio de 61 días, antes de partir hacia Cuba.
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