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Satisfacción irlandesa tras las conversaciones de Londres sobre el Ulster

Con semblante satisfecho y sin poder ocultar su júbilo, el primer ministro irlandés, Charles Haughey, regresó ayer a Dublín, tras calificar sus conversaciones con su colega británica, Margaret Thatcher, sobre Irlanda del Norte como «la entrevista más fructífera mantenida en mi vida política».

La exuberante declaración de Haughey, que el miércoles mantuvo una conversación a solas con la señora Thatcher, después de un almuerzo de trabajo con sus respectivos colaboradores, ha dejado perplejos a funcionarios británicos y a observadores políticos, que no ven en el comunicado conjunto ningún cambio sustancial en la posición del Gobierno de Londres.El comunicado sólo se refiere al «intercambio de puntos de vista sobre las perspectivas de realizar progresos políticos en el tema de Irlanda del Norte» entre ambas delegaciones, cambio que se considera «útil y constructivo». Pero, aunque se recoge la afirmación de Haughey de que el objetivo del Gobierno de Dublín consiste «en asegurar la unidad de Irlanda por medio del acuerdo y la paz», sin embargo, el comunicado se apresura a añadir que «cualquier cambio en la situación constitucional de Irlanda del Norte sólo se podrá conseguir con el consentimiento de la mayoría del pueblo» de la provincia.

Todo parece indicar que la entrevista entre los dos jefes de Gobierno constituyó un peloteo sobre la forma de convencer a la mayoría protestante de las ventajas de unirse a la República. Así, mientras que en opinión irlandesa corresponde a Londres tomar la iniciativa para convencer a los protestantes, el Gobierno británico entiende que esa iniciativa debe tomarla Dublín.

El propio Haughey reconoció que la insistencia británica en conceder una especie de veto a los protestantes sobre cualquier iniciativa destinada a plantear la reunificación de Irlanda constituye «un serio obstáculo» para la solución del problema.

Haughey vino a Londres armado con una serie de propuestas constructivas que indican la buena disposición de Dublín para acometer una solución permanente y verdadera de la cuestión del Ulster, entre ellas la elaboración de una nueva Constitución para toda Irlanda, en la que se contemplaría un amplio estatuto de autonomía para los seis condados que forman el Ulster y en la que quedarían garantizados los derechos de los protestantes.

Pero el más conspicuo representante de esa mayoría protestante, el reverendo Ian Paisley, en su tradicional línea intransigente, rechazó inmediatamente la idea de una Irlanda unida. «Cuando antes comprenda (Haughey) que no queremos una Irlanda unida, mejor para todos», dijo Paisley.

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