Proyecto de resurrección de la compañía La Tía Norica, de Cádiz
Alberti, Falla, García Lorca y Valle-Inclán escribieron obras para ella
«Llenemos el teatro de espigas frescas, debajo de las cuales vayan palabrotas que luchen en la escena con el tedio y la vulgaridad a la que la tenemos condenada, y saludemos hoy (...) a La Tía Norica, de Cádiz (...), a uno de los personajes donde sigue pura la esencia del teatro» (Federico García Lorca). Quizá esta cita sea una muestra significativa de lo que es y lo que significan los títeres gaditanos de La Tía Norica, no sólo por lo que dice, sino por quién lo dice.
Vuelven ahora a ponerse sobre el tapete estos títeres, por las posibilidades reales que hay de su recuperación. La Diputación Provincial de Cádiz va a aprobar una subvención de diecisiete millones para un proyecto presentado por el investigador de este teatro, Carlos Aladro. Tan sólo faltará que el Ministerio de Cultura conceda una subvención de trece millones para completar los treinta necesarios para cubrir los gastos observados en el mencionado proyecto.La referencia más antigua que hay sobre los títeres de La Tía Norica es de principios del siglo XIX, aunque se han encontrado muñecos anteriores a esta fecha. No es chauvinismo ni ninguna temeridad afirmar que La Tía Norica es uno de los teatros de títeres más antiguos de Europa de los que se conservan. Durante toda su historia ha pasado de ser un teatro estable en un local fijo (la calle Compañía, de Cádiz) en el siglo pasado a ser una barraca itinerante durante la última mitad del XIX y el siglo actual. Desde principios de siglo hasta el estallido de la guerra civil, el teatro de títeres gaditanos vivió su mejor época de la mano de su dueño y empresario, M. Couto. Es también el momento de mayor nivel cultural. Representa por toda la baja Andalucía y quedan enamorados de él Valle-Inclán, Falla, Alberti, Picasso y Lorca, entre otros. Alberti escribe obras para títeres, tales como La pájara pinta, al igual que Lorca, con El retablillo de don Cristóbal, o Valle-Inclán, con La cabeza del dragón. Falla escribe para La Tía Norica el Retablo de maese Pedro, con escenografía de Picasso. En esta época se escriben nuevos libretos, se aumentan los personajes y, en definitiva, alcanza su punto álgido.
Al concluir la guerra, el teatro cambia de dueño y pasa a manos de J. Rivas. Es una época demasiado mala en lo económico y en lo social para que La Tía Norica no se vea afectada. Y la puntilla es la manipulación ideológica, apareciendo un personaje nefasto y discordante con el resto de los muñecos, el «flecha» Juanín. Todo esto, unido a una no muy buena gestión empresarial, hacen desaparecer este teatro. Posteriormente, y tras muchas investigaciones Carlos Aladro consigue poner sobre el tapete la recuperación de los títeres gaditanos.
El proyecto que ha motivado una subvención de diecisiete millones por parte de la Diputación Provincial gaditana recoge las diversas actividades bajo el nombre de Centro Dramático Gaditano.
Este Centro Dramático Gaditano constaría, como uno de sus pilares fundamentales, con una escuela donde se enseñaría manipulación de títeres, música aplicada, historia del teatro de títeres, historia del teatro universal, diseño y construcción de muñecos.
Existiría una compañía de teatro de títeres, con una barraca diseñada ya especialmente para ello, que se transportaría en un remolque, de fácil acceso a lugares de todo tipo. Esta compañía tendría carácter itinerante, dedicando especial atención en sus representaciones a la provincia de Cádiz y a Andalucía. La compañía estarla formada por titiriteros, un técnico, director, diseñador y actores (alrededor de diez personas). Esta compañía representaría obras del legado de La Tía Norica, de Alberti, Lorca, Valle-Inclán y otros.
Babelia
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