Bellocchio no salta
ENVIADO ESPECIAL, Salto en el vacío, el último filme de Marco Bellochio, con Michel Piccoli y Anouk Aimée en los papeles principales, engrandece la ya amplia lista de películas discretas de este XXXIII Festival Internacional de Cine de Cannes, en el que salvo contadisimas excepciones -Kahemusha, de Kurosawa, por ejemplo- la tónica general ha sido la de la mediocridad. Ni grandes desastres ni grandes aciertos.
Bellochio cuenta una historia de amor y locura: dos hermanos que viven juntos -sin que se especifique en ningún momento el grado de intimidad de la pareja- que muestran síntomas evidentes de locura y que, finalmente, la «liberación» de la hermana, el desarraigo del hogar, conlleva el suicidio de su hermano, un honorable y neurótico juez italiano. Con un ritmo muy lento e intimista Bellochio parece querer rendir homenaje a Bergman, lo que constituye toda una sorpresa para quien se dejó arrastrar en su día por la fuerza y vitalidad de I pugni in tasca. El realizador italiano insiste en todas sus declaraciones en entroncar su último filme con el primero, realizado en 1965, matizando que la locura de I pugni in tasca era una rebeldía juvenil mientras que el Salto en el vacío corresponde a la maudrez. Es la necesidad de rechazar al padre, como postura conceptual para alcanzar la rebelión creativa, quizá sin percatarse de que mayo de 1968 queda en el recuerdo y que los que entonces lo vivieron, como él mismo, hace tiempo que son huérfanos y, lo que es peor, progenitores. Es evidente que cualquiera es muy dueño de adoptar el rechazo patemo como actitud ante la vida, pero para ser consecuentes con dicha postura el único final digno es la autoinmolación, a lo que no parece estar dispuesto Bellochio.Carlos Diegues, realizador brasileño, presentó su Byebye Brasil, pelíula agradable, con música de Chico Buarque, Roberto Manescal y Dominguinhos, y la sorpren dente Betty Faria. Una pequeña troupe de artistas recorre el Brasil con su pequeño circo ambulante. Con tal motivo Diegues va mostrando el avance del desarrollo tecnológico en las pequeñas localidades del interior, entre la tradición y el progreso, las procesiones y las antenas de televisión, sin tomar partido por ninguna de las alternativas posibles. «Esta película», declaró su realizador, «es como una travesía por el océano interior brasileño, como lo hicieron en otros siglos los navegantes aventureros. Ahora el cine es capaz de captar la transición de este país sin ninguna retórica. De alguna manera decimos adiós a un Brasil idílico que ya no existe, aunque nos paramos a reflexionar sobre ese dato con una mentalidad similar a la del intelectual romántico del siglo XIX».
Por su parte, la Sociedad de Realizadores de Filmes, la Asociación Internacional de la Defensa de los Artistas Víctimas de la Represión en el Mundo, Amnesty Internacional y la quincena de los realizadores han convocado para hoy, domingo, una jornada sobre el tema «libertad de creación y libertad de opinión», en solidaridad con Pilar Miró, realizadora española actualmente procesada por su película El crimen de Cuenca; Ylmaz Guney, detenido desde hace años en Turquía; Serguei Paradjanov, realizador soviético al que se le ha prohibido filmar tras su salida de un campo de concentración, y Jamil Dehlavi, autor de The blood of Hussain, película de la que pudo salvar el negativo tras la decisión del Gobíerno paquistaní de destruirlo. Con tal motivo se proyectará el cortometraje El signo de los tiempos, realizado clandestinamente por Paradjanov, el trailer de El crimen de Cuenca y el largometraje del paquistaní Dehlavi.
Según parece, Pilar Miró podrá asistir hoy a esta jornada, testimoniando con su presencia el «affaire» de El Crimen de Cuenca, del que simplemente se proyectará el trailer televisado. Tras obtener el correspondiente permiso judicial, Pilar Miró -que está procesada- llegaría hoy mismo a Cannes, según se dice en los medios del festival.
Babelia
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