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Crítica:17º FESTIVAL DE LA OPERA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

"El caballero de la rosa", como no lo quería Strauss

Por segunda vez en la historia del Festival de la Opera se ha representado El caballero de la rosa, de Strauss. En 1965 fue protagonizado por Schwarzkopf, Kilin y Regina Sarfaty. Ahora, el montaje todo se debe a la formación de la Opera berlinesa de la República Democrática Alemana. Y a buen seguro que, no obstante la dignidad de los resultados, la sola intervención de Elisabeth Schwarzkopf como Mariscala anula los recuerdos más recientes.La interpretación del Rosenkavalier está erizada de problemas a empezar con el del idioma, prácticamente incomprensible incluso para quienes hablan alemán. Sin embargo, el trabajo de Strauss no podía alejarse del texto de Hofmannsthal, en su letra y en su espíritu. Sucede que el genio musical straussiano dotó a su partitura de tanto interés que llega a poseer valores autónomos, del mismo modo que la «comedia para música» de Hofmannsthal puede representarse sin música y, de hecho, se ha representado alguna vez. Strauss, en tono alegre o melancólico, se interna por las galerías de lo vienés, y aunque lo centre en el vals, la música del Caballero se acerca o coincide, aquí y allá, no sólo con los Strauss valseadores y con los Lanner, sino también con el Mozart bufo e instrumental y con el Mahler evocador de la tercera sinfonía o, el lied de la cuarta.

Festival de la Opera

El caballero de la rosa, de Hofmannsthal y Strauss. Director escena: E. Fisher. Director musical. O. Suitner. Escenarios y vestuario: W. Werz. Director coro: C. Weber. Compañía de la Opera del Estado de la República Democrática Alemana. Principales intérpretes: K. Griffel, S. Vogel, U. T-Burckhardt, G. Leib, L Nawe. Teatro de la Zarzuela 7 y 9 de mayo.

Rococó y romanticismo se interfieren en la sustantividad vienesa de la ópera, muchas de cuyas ideas tienen su origen en la «comedia del arte». Pero, en definitiva, acaba por imponerse la visión straussiana de las cosas, sus conceptos de narrar en música, efusión lírica, humor, melancolía, esplendor orquestal y asombroso dominio técnico. En El caballero de la rosa puede hablarse de técnica como inspiración en grado superlativo. Seguir con atención cuanto sucede en la orquesta basta para hacer breves las tres horas y cuarto de duración.

Problema evidente: atender a cuanto la obra tiene de comedia, no por circunscrita a un ambiente y a un lenguaje menos válida en la caracterización de sus personajes. Es aquí donde suele fallar la .interpretación, y, desde luego, donde falló en la versión de los berlineses del Este. No se trata de opiniones personales. El propio Strauss, en sus Recuerdos (reunidos y publicados por Willi Schuli), nos orienta sobre los dos personajes fundamentales: la Mariscala y Ochs.

La soprano Kay Griffel encarnó una Mariscala de indudable atractivo, discretamente cantada y representada, pero el buen bajo Siegfried Vogel salió a escena provisto de la máscara temida por Strauss. Fue Octavio, en la voz y la estampa de Ute Trekel-Burckhardt, el tipo mejor sentido y compuesto, aun tratándose de una psicología no fácil de abordar. Gunther Leib (Fanimal), Isabel Nawe (Sofia) y todo el reparto dejaron bien patente el hábito de hacer, la familiaridad con el género, la gran profesionalidad en suma. Mas esta obra de tantos matices, de sutil complejidad cultural, a pesar de su apariencia superficial, se torna pesante si las calidades de todos los elementos no son grandes o si no se, acierta con el espíritu que la anima.

En materia de escenarios (Wilfried Werz), merecen aplauso algunos planteamientos, deslucidos por la concepción general, de un gusto más que dudoso. Coro y orquesta funcionaron bien, pero la batuta del maestro Suitner se me antoja más cercana a los supuestos temidos por Strauss que a los ideados. En suma: un Caballero de la rosa bien coordinado, disciplinado, coherente, pero grueso, incontrastado, un poco fatigante.

La programación del presente Festival de la Opera continuó ayer con la representación de Don Giovanni, de Mozart, con dirección, solistas, coro y orquesta de la Opera del Estado de Berlín.

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