Cerrar Los Rodeos
CIERTO AIRE de alivio parece detectarse en las autoridades españolas en relación con el accidente registrado el pasado día 25 de abril en las proximidades del aeropuerto de Los Rodeos, en la isla de Tenerife, en el que perdieron la vida los 146 ocupantes de un Boeing 727 de la compañía Dan Air. La salida para Manchester, el miércoles último, de los restos mortales de las víctimas, tras penosa labor de identificación, el telegrama del Gobierno británico agradeciendo la diligencia desplegada en el rescate y la evidencia de que el desencadenante inmediato de la tragedia fue un error del piloto parecen haber tranquilizado a los responsables de la navegación aérea española y a los magnates del turismo canario.Sin embargo, ni el ministro de Transportes español ni los responsables del turismo deberían dormir tranquilos mientras permanezca abierto, en una isla con dos aeropuertos, el más peligroso del mundo, en tanto sigue infrautilizado, apenas a un 30% de su capacidad, el que ha sido calificado como el mejor de Europa, y que ha costado 2.800 millones de pesetas al contribuyente español.
Tenerife no se merece un aeropuerto como el de Los Rodeos, convertido en la tumba de 983 personas como consecuencia de los ocho accidentes mortales -hubo otros sin consecuencias mayores- registrados en sus inmediaciones o en sus mismas pistas.
Por culpa del aeropuerto de Los Rodeos, Tenerife acumula récords negros de la aviación mundial: el mayor número de accidentes, la mayor tragedia de la navegación aérea -accidente de los dos jumbo, en el que perecieron 586 personas- y la mayor tragedia de la aviación civil británica -accidente del Boeing de Dan Air.
Pese a ello, las autoridades españolas siguen manteniendo que se trata de un aeropuerto seguro, dado que está dotado con el suficiente instrumental operativo, como si las dotaciones de medios pudieran suplir deficiencias estructurales, como su emplazamiento en un pasillo montañoso en una zona de permanente formaciónde nubes. Si esto fuera cierto habría que pensar que el moderno aeropuerto del Sur, el Reina Sofía, es un lujo innecesario.
Si el aeropuerto de Los Rodeos permanece abierto, en detrimento de la plena utilización del excelente aeropuerto del Sur, no se debe a razones de seguridad, sino a concesiones del Ministerio de Transportes a las presiones de intereses económicos y turísticos que prefieren ahorrarse media hora de carretera a costa de la seguridad de los viajeros.
Los hoteleros del norte de Tenerife, los más poderosos de la isla; las cámaras de comercio y los cabildos insulares han forzado a que el Ministerio de Transportes fijara la política de cielo abierto en Tenerife, que permite a las compañías aéreas elegir entre uno y otro aeropuerto.
Los hoteleros del Norte presionan porque entienden que la mayor distancia del aeropuerto Reina Sofía les perjudica, mientras beneficia a los nuevos centros turisticos del Sur. Los tour operadores, a los que ni les va ni les viene la imagen trágica de la isla, pues no mantienen en la misma intereses estables, prefieren el aeropuerto de Los Rodeos porque, por su proximidad a los centros turísticos del Norte, se ahorran unas quinientas pesetas por persona en concepto de traslado por carretera. Allá los tour operadores con su conciencia si anteponen quinientas pesetas a la seguridad de las personas. Es responsabilidad exclusiva del ministro de Transportes acabar con semejante desatino. José Luis Alvarez debe tener claro que un nuevo accidente en Los Rodeos no sólo sería la tumba de varías decenas de turistas y quizá la del turismo mismo de la isla: en cualquier Administración responsable sería la definitiva tumba política del ministro de Transportes de turno.
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