El ataque israelí en Líbano inaugura una nueva estrategia antiguerrillera
Cuatro guerrilleros palestinos resultaron muertos y un número indeterminado heridos, en el triple raid marítimo efectuado ayer de madrugada por comandos israelíes en el sur de Líbano. El ataque, que se esperaba desde que hace una semana seis colonos judíos murieron en una emboscada tendida en la ciudad de Hebrón por activistas palestinos, parece inaugurar un nuevo tipo de represalias israelíes, dirigidas a evitar víctimas entre la población civil.
Unos 150 soldados israelíes, transportados por lanchas rápidas y protegidos por helicópteros militares, desembarcaron poco después de medianoche a la altura de las localidades de Saadiyat, a tan sólo veinte kilómetros de Beirut, de Saksakiyelí y de Saida, la Sido bíblica, según datos facilitados por las fuerzas libanesas y palestinas. Los soldados israelíes se apostaron a lo largo de la carretera de la costa, esperando emboscados a dos jeeps palestinos, contra los que abrieron fuego, dando muerte a cuatro de sus ocupantes. Los enfrentamientos que se produjeron a continuación se prolongaron hasta el amanecer, precisó Radio Beirut, y los atacantes sufrieron bajas y dejaron abandonadas armas y municiones.En Tel Aviv el desembarco nocturno de unidades navales fue calificado de éxito, al alcanzarse los objetivos trazados sin que se registrase ninguna baja en las filas hebreas.
El jefe del Estado Mayor israelí, general Rafael Eltan, declaró ayer que la segunda ofensiva israelí en Líbano en menos de un mes forma parte de la «guerra general contra los terroristas», al tiempo que prometió que no se trataba de la última incursión judía en el vecino país.
El corresponsal de la radio militar israelí informó que entre los objetivos de este tipo de acciones está «el de mantener a los terroristas constantemente preocupados por su propia seguridad y hacerles saber que pueden ser atacados en todo momento y en todo lugar donde se encuentren».
El desembarco de las tropas israelíes se produjo después de que, durante cuatro días consecutivos aviones y lanchas de reconocimiento hubieran violado el espacio aéreo y marítimo libanés. El martes, la defensa antiaérea libanesa y palestina efectuó varios disparos contra aviones israelíes que sobrevolaban la vertical de Beirut.
Todas las fuerzas de la guerrilla palestina estaban en estado de «alerta máxima» desde el pasado viernes, cuando un comando palestino causó seis muertos y dieciséis heridos entre colonos judíos que regresaban de una ceremonia religiosa en la ciudad de Hebrón, en el atentado más importante registrado en los trece años de ocupación israelí de Cisjordania. Yasir Arafat había advertido en Kuwait que Israel estaba preparando una «importante operación militar» en el sur de Líbano y la tensión nerviosa era evidente entre los habitantes de esa región.
Durante un recorrido en automóvil realizado poco antes del ataque a lo largo de la carretera costera, hasta la ciudad de Sure, la antigua Tiro de la Biblia, a sólo unas decenas de kilómetros de la frontera israelí, los controles de efectivos palestinos y libaneses eran constantes, y la inquietud ante la proximidad de una represalia israelí, patente.
Una violenta manifestación tuvo lugar ayer en el centro de Jerusalén este (sector árabe de la ciudad). Unas 2.000 personas, con banderas palestinas, saquearon un vehículo de la policía israelí y lanzaron piedras contra un autobús. El Ejército disparó al aire para disolver la manifestación y detuvo a numerosos participantes.
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