Teoría del almuerzo
Cuando el Régimen, si se pasaba uno un poco en la columna, a lo mejor Franco le fusilaba a uno, siquiera profesionalmente. Ahora, en cuanto uno se pasa contra alguien, le invitan a uno a almorzar. No sé qué es peor.Ayer me lo preguntaba Tina Sainz, que me hizo una entrevista, porque Tamayo la tiene escarchada en el Centro Dramático Nacional, o sea que no la llama, y se dedica al periodismo para no tener que ir todos los días a Cristino Martos a cobrar el paro:
-Umbral, ¿tú eres el cronista de la democracia?
-Mira, Tina, amor, yo llevo veinte años escribiendo varios artículos diarios, o sea que lo he escrito todo bajo el franquismo así llamado. No, amor, yo no soy una flor de la democracia.
Por eso digo que tiene uno experiencia del rollo y que entonces, cuando el Régimen, todo se despachaba en dos palabras con el redactor jefe:
-Que llaman del Gobierno Civil, que has vuelto a pasarte, listo, que eres un listo, tú.
Y hale, a seguir pasándose. Ahora, no. Ahora es peor y más largo. Se pasa uno con un ministro, con un jerarca, con un preboste, con un jerifalte de antaño, con un cruzado de la causa, y en seguida te invitan a almorzar, no se sabe si para lavar sus culpas o las nuestras en el aguamanil con limón que suelen poner en las marisquerías. Así, hacia las dos y media de la tarde, eso que Borges llama «la hora baladí», Madrid es un metesaca de Pilatos finos y democráticos que se lavan las manos sucias y sartrianas en los aguamaniles de Zalacaín, de Valentín y otros diminutivos de cinco tenedores. Se lo decía yo una vez a Carlos Luis Alvarez, con ocasión de uno de estos almuerzos/reconvención/ recuperación:
-Desengáñate, Carlos. Antes nos fusilaban. Ahora, como no pueden fusilarnos, nos invitan a almorzar.
Lo cual que estamos sacando la tripa de buen año, con perdón, como dirían mi tía o Vizcaíno-Casas, y uno engorda con tanto almuerzo de acción de gracias, tipo Carter, y gordo se liga menos y por casa no nos ven más que en la tele, que cada día hay alguien con quien reconciliarse entre una y otra salsa de la lubina dos salsas. Yo ya me he reconciliado, que me recuerde, y unos con otros, así a ojo de mal cubero, con Fraga Iribarne, un señor que había en el Ministerio de Cultura; Luis María Ansón (gracias por ese telegrama mejicano); Rafael Ansón, los cosecheros jerezanos, los cronistas municipales y mucho más personal. Lo que pasa es que del almuerzo de acción de gracias suelo sacar otra columna, con lo que me parece que lío más la cosa y quedo fatal. Me lo decía esta mañana Carmen Garrigues (que ahora se hace un peinado a lo boina de Erasmo), por teléfono:
-Tú, para la cosa del protocolo, llámame siempre a mí, que te aconsejo.
La nombro ya mismo mi protocolaria, y lo que no sé es si, efectivamente, es cierto el rumor -los rumores no son noticia, ojo, para este periódico- de que Joaquín Garrigues, con su dimisión personal ante Suárez, le presentó la exigencia de siete ministros elegidos por él, Joaquín/ Pelícano/Siete vidas (que Dios se las guarde). Suárez, en todo caso, estaba probándose el velo de ir a ver a Arafat y no le prestó mucha atención. No ha salido ninguno de los siete. ¿Qué esperan de estos almuerzos/ fusilamiento los almorzadores / desagraviadores de sí mismos? Uno volvió a Madrid, donde ha nacido, hace veinte años, dispuesto a prostituirse con ministro, marquesa o delegado de Abastos. Pero nadie cuidó de prostituirme, cuando era verde doncella, y ahora, tíos, es demasiado tarde. Prefiero almorzar en casa, con el gato, que, cuando menos, ya sé por dónde araña.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.