Testimonio y simpatía
Hay muchos modos de afrontar una primera obra, en este caso una primera película. El cine no es un libro. Quien se coloca detrás de una cámara dispuesto a demostrar lo que sabe, no ignora lo que se juega en su debú. Así hay quien trata de resultar comercial a todo trance, quien intenta acumular su talento en un instante y quien, en fin, a fuerza de sinceridad y experiencias anteriores, llega a narrar, cara al espectador, fiscal definitivo, todo aquello que domina o conoce.Tal es el caso de Fernando Trueba, debutante en esta doble, Opera prima que, además de iniciarle en su carrera, cuenta la historia de un personaje actual que se encuentra y enamora de su prima, justamente vecina del barrio de la Opera. Tal personaje que centra la película, en torno al cual la historia gira, convence a la postre como actor y colaborador de un guión salpicado de gags de buena ley, plenos de humor y actuales alusiones.
Opera prima
Guión: Fernando Trueba y Oscar Ladoire.Director: Fernando Trueba. Música: Fernando Ember. Fotografía: A. Luis Fernández. Intérpretes: Oscar Ladoire, Paula Molina, Antonio Resines, Luis González Regeral, Kitty Manver, David Thomson, Marisa Paredes. España, 1980. Humor. Cine Paz.
Este Matías, harto de hallarse de vuelta de todo para nada, supone, de por sí, el mejor hallazgo en sus afirmaciones y en su saber estar, que, apenas iniciado, es capaz de arrastrar consigo la atención y la risas de la sala. Su actitud ante el amor, frente a la confusión de una generación con la que no se identifica, desorientada, cuando no preocupada por problemas banales hace que su presencia destaque sobre ese mundo en tomo que navega a medias entre la indiferencia de no hacer nada por nada y una atonía cercana a la ignorancia.
Este Matías, cansado de experiencias más o menos eróticas, de hippies millonarios, de comunas y sexo a cuatro bandas, es lo mejor de la película, con sus dudas, sus iras y su trabajo cotidiano, que se inicia con una estupenda parodia de Bukovski. Matías, es decir, Trueba y Ladoire, viene a decirnos que el verdadero modo de encontrarse a sí mismo siempre está en uno mismo, por encima de cualquier circunstancia, que el sexo es poca cosa sin amor, que en el naufragio actual de ritos, magias y fetiches cada cual prevalece según su capacidad de mirar el propio yo, haciendo saldo de aciertos leves y parciales derrotas.
Es muy de agradecer que Trueba nos lo diga en un tono risueño, a través de un buen humor, acertado y aceptado, sin patetismos ni añoranzas, sin escenas ridículas ni recursos pobres. En esta hora vacilante del cine español, esta Opera prima vale por todo un curso completo de tantas otras segundas y terceras obras, hasta rozar la eternidad ya conocida de tanto repetirse y porque encierra la breve historia de un personaje a medias entre un hoy que termina y un mañana que empieza.
Babelia
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