Declaraciones sorprendentes

Me he llevado una sorpresa mayúscula al leer las recientes declaraciones de Marcelino Oreja en Estados Unidos: «Queremos construir un sistema de libertades». ¿Será verdad que, por fin, se va a articular nuestra vida social promoviendo la libre y responsable circulación de ideas, proyectos y empresas de cada cual, sin más límites que sus abusos y deformaciones? ¿Querrá esto decir que se reconocen los derechos y deberes que una efectiva responsabilidad social lleva consigo ante cada ciudadano que no se admite que el Estado sea el único promotor de los medios precisos para poder dar satisfacción a los intereses generales? ¿Tendrán iniciativas no estatales acceso a crear canales de televisión, universidades y cuantas gestiones solidarias con el bien común quieran promocionar libremente? ¿Se dará vía legal no sólo a aquellas parejas que quieran juntar, una o varias veces, sus caminos de un modo disoluble, sino también a quienes prefiramos optar por el matrimonio, por unir nuestras vidas con el sello libremente elegido del «para siempre»? Si es así, mi enhorabuena. Eso sería empezar a desarrollar la estrategia política que se proclama fuera de nuestras fronteras o dentro en la feliz época de los períodos preelectorales. Eso sería comenzar a procurar que estas declaraciones, a las que la mayoría de los españoles hemos apoyado con nuestro voto, tengan contenido real y una coherencia que elimine las sospechas de demagogia. ¡Ah!, eso sí, si es posible, trátense de llevar a cabo estas medidas antes de las próximas elecciones, no vaya a ser que el desencanto que producen estrategias tan cacareadas como poco desarrolladas facilite el que no vuelvan a ser mayoritariamente votadas y pasen en los próximos años a ser parte del bagaje del baúl de esos recuerdos que un día fueron deseo y nunca fueron algo más. /