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Los "sprays' incautados en Coslada entraron en España con licencia de importación

Los 13.400 sprays de autodefensa, marca Chemical Lance, que la Guardia Civil incautó en la localidad madrileña de Coslada (véase EL PAÍS del miércoles) formaban parte de un cargamento de 70.000 que la empresa Construcciones Fayt, SA, importó de Estados Unidos con la correspondiente licencia otorgada por el Ministerio de Comercio.

La licencia de importación lleva fecha de 19 de junio de 1979, y su número es el 1028462-B. Construcciones Fayt, SA, con domicilio en la madrileña calle de Pedro Teixeira, recibió así la autorización del Ministerio de Comercio y Turismo para importar 70.000 aerosoles, al precio global de 290.500 dólares. La empresa suministradora era Lance Industries Inc., con domicilio en Nasliville (Tennessee-EE UU).El cargamento, formado por setecientas cajas de cartón y con un peso global de 7.592 kilos, llegó a la aduana del aeropuerto de Barcelona en tres partidas, desde el 13 al 20 de julio del pasado año. Su despacho quedó, sin embargo, retenido en la aduana barcelonesa por un telegrama del Ministerio de Comercio que decía así: «En aplicación vigente reglamento de armas y explosivos, ruego a V.I. no se realice el despacho de aerosoles para uso de defensa personal, en tanto no se acompañe a la correspondiente declaración o licencia el preceptivo informe de la Dirección General de la Guardia Civil o de la comisión permánente de armas y explosivos, por la posible inclusión de dicho producto en el grupo de armas prohibidas».

Seis meses después, el mismo organismo cursa un nuevo telegrama, fechado a 28 de enero de 1980, por el que se anula el anterior y se autoriza el despacho del material. De la carga total, 48.000 aerosoles son remitidos a Burgos, donde fueron recogidos por la Guardia Civil en el mes de marzo. Los 22.000 restantes quedaron en Madrid; 13.400 fueron intervenidos en Coslada, y los 5.700 restantes fueron entregados voluntariamente por el importador, ante el revuelo que se había originado en torno a los sprays. Desde entonces no han vuelto a saber de la mercancía ni de si podían o no venderla.

El importador, Manuel Félix Junquera, mostró ayer su extrañeza a EL PAÍS porque una operación comercial autorizada por el Ministerio de Comercio pueda convertirse poco después en poco menos que una importación clandestina y oscura ante la ley. Al margen del perjuicio económico ocasionado -el valor de la mercancía en origen supera los veinte millones de pesetas-, el señor Junquera insiste en que este tipo de sprays son de uso común en toda Europa, sin que ello haya planteado problemas. Es más, en algunas ocasiones ha impedido que se lleven a cabo actos delictivos, como ocurrió hace algunos meses en Madrid, donde un joyero se defen dio así de unos atracadores.

«Es impensable», añadió, «que alguien pretenda cometer « un atraco con un spray. En ningún caso trata más que de un objeto puramente defensivo. Tampoco parece lógico que se le aplique la normativa de armas y explosivos, en lo referente a armas de gases, porque estos aerosoles no expelen gases paralizantes. Su único efecto es una irritación temporal de ojos y nariz, que a los veinte minutos desaparece por completo sin dejar secuelas».

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