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El cambio en la presidencia no afectará la orientación prosoviética de Yemen del Sur

La revolución de palacio que ha derrocado al presidente suryemení, Abdel Fattali Ismail, parece traducir un reequilibrio interno y una cierta de crispación, y en ningún caso significa una reorientación radical de la política exterior del país.Vinculado con la Unión Soviética por un tratado, único país marxista-leninista no sólo del golfo Pérsico, sino de todo el mundo árabe, Yemen del Sur no parece dispuesto a cambiar sus alianzas. De esto están convencidos los círculos progresistas palestinos, especialmente el Frente Democrático de Liberación de Palestina de Hawatmeh, que mantiene desde hace tiempo relaciones privilegiadas con el régimen suryemení, cuya ideología comparte.

Las rivalidades internas han jugado un gran papel en la crisis. Estas se cristalizaron en 1979 en torno al asunto Molisen. Abdel Fattali Ismail, que quería fortalecer su control sobre el Ejército, nombró un ministro de Seguridad del Estado, Mohammed Said Abdallali -más conocido como Mohsen-, que pretendía ejercer su autoridad sobre los servicios de información militar, bajo la tutela del ministro de Defensa, Ali Antar.

Este se opuso violentamente a la decisión, obteniendo incluso una semivictoria: el Ministerio de Seguridad del Estado fue suprimido y sustituido por una comisión presidida por el jefe del Gobierno, Ali Nasser Mohammed. El primer ministro resultó ser el verdadero vencedor del enfrentamiento, al tiempo que se aseguraba el respaldo, nada despreciable, de Ali Antar. Desde entonces se desarrolló en Aden una dura lucha de influencias que ha desembocado ahora en la evicción del presidente Ismail.

Yemen del Sur es, en todo caso, un país que ocupa una postura lo suficientemente estratégica como para que incluso las revoluciones de palacio preocupen a las cancillerías.

Hasta el momento, Yemen del Sur no ha reaccionado oficialmente, pero los embajadores de Alemania del Este y de Bulgaria han sido recibidos por el nuevo jefe de Estado, al que han transmitido las felicitaciones de sus respectivos Gobiernos. Al recibir a las delegaciones diplomáticas extranjeras, el ministro suryemení de Asuntos Exteriores, Salem Saleh Mohammed, les aseguró que «la política de su país no cambiaría ni en el terreno interior ni en el exterior».

Simultáneamente, emisarios suryemeníes con mensajes personales del nuevo presidente han sido enviados a Yemen del Norte, Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos Arabes Unidos, Siria, Libia y Líbano (es decir, a la resistencia palestina).

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Cabe resaltar que tanto Arabia Saudí como sus aliados del golfo figuran en el itinerario de los enviados del nuevo presidente, Nasser Mohammed, junto con los países miembros del Frente de la Firmeza, que integra Yemen del Sur.

La prensa de Beirut opina que el reciente cambio en Aden puede facilitar la solución del conflicto que enfrenta desde hace más de un año a Yemen del Sur e Irak.

A propósito del acercamiento con Yemen del Norte, principal vecino de Yemen del Sur, cabe resaltar que el nuevo presidente efectuó, el 13 de octubre de 1979, una visita oficial a Sanaa.

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