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TERCERA DE LA FERIA DE SEVILLA

Los Osborne, inválidos, y las figuritas, aburridas

Con los Osborninválidos y las figuritas aburridas llegó el escándalo. Hace un par de años, en esta misma feria, hubo que apuntillar un Osborne durante el tercio de banderillas porque no podía más. El domingo se repitió el casó apenas iniciada la primera faena de Emilio Muñoz. En el anterior, de el Niño de la Capea, estuvo a punto de suceder lo mismo, pues el torito, que se había atrevido a derribar un caballo, pegaba tumbos.Los Osborne inválidos tienen plaza fija en la feria de Sevilla, suponemos que por recomendación, y las figuritas aburridas y no menos recomendadas se chiflan por torearlos. Niño de la Capea, que es una de ellas, aguantó un par de achuchones de su otro torillo, que se quedaba en el centro de la suerte, también por puro desmayo; y eso es cuanto cabe decir de su actuación.

Plaza de Sevilla

Tercera corrida de feria (domingo). Cinco toros de Osborne, inválidos, y un sobrero (sexto) de Camaligera, manso. José Luis Galloso: tres pinchazos bajos, aviso, dos pinchazos bajos y dos descabellos (algunas palmas). Pinchazo bajísimo y pinchazo bajo y bajonazo tirando siempre la muleta (aplausos y saludos). Niño de la Capea: estocada (silencio). Pinchazo, otro hondo y dos descabellos (silencio). Emilio Muñoz: su primero, apuntillado por inválido. En el sexto, estocada (algunas palmas).

El mejor género le correspondió a Galloso, que sacó algunos buenos muletazos. En el primero, esprimiendo la agotada embestida; en su segundo, embarcando al único toro de recorrido continuado y boyante que hubo en la tarde. De buenos, en efecto, cabe calificar los pases, si olvidamos que citaba con la pierna contraria retrasada y adelantando el pico, lo cual es uso contrario a las reglas de torear; pero, en verdad, no estaba la tarde para exigir exquisiteces, ni milimetrar cánones.

El genio del manso Camaligera, sobrero él, que se corrió en último lugar y sustituía a otro Osborne medio muerto, impidió que Emilio Muñoz pudiera acoplarse. En realidad, Muñoz, que ha demostrado ser muletero de temple, templaba poco el domingo, y cada vez que el toro llegaba a rozarle la muleta, lo que ocurrió demasiadas veces, a renglón seguido se le echaba encima, con el natural peligro y el lógico deslucimiento.

Con el capote sólo se lució Galloso, en unas rogerinas sobre todo, y después en chicuelinas. En cambio, con la espada, estuvo muy mal. Pero para qué seguir. La tarde taurina de osbornes inválidos y figuritas aburridas fue un asco y el público, que no podía digerir el mal trago, acabó lanzando almohadillas al ruedo. La feria tocó fondo el domingo.

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