Se ruega paciencia, que sale Manzanares
El segundo toro de la tarde empitonó a Manzanares al entrar a matar y el fino torero alicantino pasó a la enfermería. Antes de que sonara el clarín para dar suelta al cuarto toro, Niño de la Capea se apostó en el burladero de capotes, para sustituirle, y entonces apareció una pizarra, con el siguiente curioso mensaje: «Se ruega paciencia, que sale Manzanares».Salió Manzanares, en efecto, pero no entonces, sino para el quinto toro. El público había tenido la paciencia que se le rogaba. En realidad, con el fino torero alicantino hay que tener paciencia siempre, esperarle; llegamos a decir que hasta soportarle, pues lleva mucho tiempo sin vena de aciertos; por añadidura, amanera su toreo, y aquella norma básica en tauromaquia que es ligar, la tiene olvidada completamente.
Plaza de Toledo
Toros de Francisco Gatache, sin presencia, encastados. José Mar¡ Manzanares: pinchazo, otro en el que sufre un pitonazo, nuevo pinchazo y media (aplausos). Tres pinchazos y bajonazo exagerado (silencio). Niño de la Capea: estocada lorta atravesada y dos descabellos (palmas y saludos). Tres pinchazos muy bajos y estocada (silencio). Angel Majano, que tomó la alternativa: Pinchazo, estocada corta atravesada, rueda de peones y cuatro descabellos (palmas). Tres pinchazos y cuatro descabellos (silencio). Manzanares fue curado en la enfermería de un puntazo leve.
Sin embargo, es el caso que, cuando se emplea con reposo y ganas de hacer las cosas bien, consigue muletazos muy estimables, en los cuales hay largura -a veces, demasiada; la longitud del pase nunca ha de forzarse-, temple y gusto. Como su primer toro, el que le empitonó era, sobre pequeñín y gacho, de una nobleza y un ritmo ideales, se recreó en el natural, que cerraba con pases de pecho preciosos y auténticos. Pero toda la faena fue, una vez más, deshilvanada, un continuo vuelta a empezar, por acogerse ala relativa facilidad que en el toreo su.pone el unipase. Después ejecutó mal el volapié y en uno de los pinchazos recibió un pitonazo, que no llegó a derribarle. Al acabar con el buen toro fue cuando pasó a la enfermería.
La res no veía
El quinto tenía dificultades, Pronto Manzanares, y a renglón seguido su peón de confianza, Corbelle, hicieron ostentosos gestos de que la res no vela. Creemos que si veía, por cómo respondía ante los engaños y a cuanto se movía en el ruedo, pero lo que importa, naturalmente, no es en este caso lo que creamos ilosotros, sino lo que opine el diestro, y é ste, evidentemente desconfiado y descompuestito, dedicó un minuto a machetear desordenadamente a la defensiva, y casi cinco a matar, lo que de nuevo le salió bastante mal. «Se ruega paciencia...». No hay problema: la afición taurina es la más paciente del mundo.
La parte de afición que acudió el domingo a Toledo lo demostró esperando a Manzanares y esperando vanamente a que el Niño de la Capea diera algún muletazo con mediana suavidad ante sus dos quedados torillos. Y también con el nuevo matador, Angel Majano, el cual no pasó de animoso con el encastado y boyante toro de la alternativa, mientras con el otro, que se le colaba peligrosamente por elpitón izquierdo, perdió un poco los papeles y sufrió una seria voltereta. En definitiva, la corrida, a salvo los detalles ya señalados del fino torero alicantino, valió muy poco. Con el capote no se vio absolutamente nada. Los galachitos tuvieron casta; pero presencia, ninguna. Al final llovió. Llovió más que en Madrid -según nos informan quienes se quedaron en la capital-, donde, por cuatro gotas, la autor¡dad había tolerado la suspensión de los dos festejos anunciados. Mal camino llevan las respectivas empresas -Ventas y Carabanchel- Salvaron, seguramente con la comprensión de la autoridad, la ruina del día en las taquillas, pero a la larga han contribuido a perder más clientela. Como si les sobrara.
Babelia
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